16.10.15

G.K.Chesterton "El hombre que sabía demasiado" 1922 (Colección Reno)

 «—Sé demasiado —dijo—. Ese es mi problema. Ese es el problema de todos nosotros, y de todo el tinglado; que sabemos demasiado. Sabemos demasiado los unos de los otros; y sobre nosotros mismos. Por eso ahora lo que realmente me interesa es una cosa que no sé.
—¿Y qué es? —preguntó el otro.
—Por qué aquel pobre tipo está muerto.»

Horne Fisher, curioso y erudito, tiene un don para resolver misterios tan poderoso como su extraña colección de parientes. Cuando el joven periodista político Harold March lo conoce, en plena campiña inglesa, se queda intrigado por sus reflexiones y su caudal de conocimientos aparentemente inútiles en un mundo al borde de la Primera Guerra Mundial y la agitación política que eso conllevaba. 

Mientras charlar cerca de un agradable arroyo, a la espera de poder reunirse con el ministro de economía en una casa de campo alquilada, asisten a un extraño accidente de coche. Pero cuando se acercan a comprobar los daños, se encuentran con el cadáver de Humphrey Turnbull, un conocido parlamentario inglés que no ha muerto precisamente del choque sino de un disparo milimétricamente calculado. Ese primer misterio sella la amistad de Fisher y March, que volverán a encontrarse a lo largo de los siguientes meses y a colaborar en la resolución de crímenes, espionaje, robos de reliquias históricas y sofisticadas operaciones encubiertas para atrapar a un legendario ladrón.



Chesterton publicó la antología de relatos de El hombre que sabía demasiado en 1922, quizás por eso aparece recurrente la inestabilidad política de la época y los tejemanejes del Parlamento británico en la sombra desafiando la perspicacia de Horne Fisher y la candorosa inocencia de Harold March. Son ocho relatos detectivescos en los que Fisher ejerce de detective accidental, a menudo asistido por March, su Watson particular. 

La gracia de estos relatos es la peculiar personalidad de sus protagonistas, las apariencias engañosas, la cuestionable ética y moral de los ingleses contemporáneos de Chesterton (tema recurrente en el autor junto al del sentido común) y la terrible familia de Fisher. Pero, sin duda, es el encanto de Chesterton, su inteligencia y su sentido del humor, sutil y tan inglés, lo que te roba una sonrisa en cada uno de estos relatos.


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