Por encima de todo, estamos frente a una historia de amor. Más precisamente, frente a un triángulo amoroso. El que se produce entre el veterano reportero inglés Thomas Fowler, el joven e idealista americano- el que da título a la novela- Alden Pyle y la joven vietnamita Fuong. Pero el marco de esta historia no es cualquiera. Acontece en la ocupación francesa de Vietnam, preludio a la guerra que años más tarde protagonizaría Estados Unidos contra ese país y, en cierta medida, cuenta el origen de esto mismo. Es entonces también una historia política.
Así mismo, el triángulo amoroso lejos está de ser puro o inocente. Fowler quiere a Fuong porque está viejo, cansado, Pyle quiere a Fuong porque encarna su ideal de inocencia y Fuong, criada a la manera vietnamita, querrá al que mejor dote, nombre y perspectivas le de.
A priori vemos que la piola viene cagada… Pero además Greene tiene la genialidad de deconstruir la cronología de este triángulo y por lo tanto en el primer capítulo de la novela nos enteramos ya de cómo salió esto: Fuong está con Pyle y Fowler vaga por la ciudad deshauciado. Peor le va a Pyle, ya que se encuentra su cadáver en el barro del río Dakau.
Yendo para adelante y para atrás, Greene construye una historia fascinente, dueño de una prosa única, en la que transmite continuamente imágenes potentes, de esas que nos quedan grabadas a fuego en el cerebro. Además, especula sobra muchos, muchos otros temas importantes: la presencia de europeos y americanos en un Asia que no entienden, el poder no involucrarse en lo que pasa limitándose a ser un reportero neutral, las condiciones de vida de esos vietnamitas atrapados por una guerra que corría en intereses ajenos a ellos mismos.
Pero por encima de todo, es el choque entre esos dos caracteres lo que da cuerpo a esta novela. El cínico, hiperrealista Fowler contra el ingenuo idealista Pyle (tan ingenuo que por momentos rompe con la verosimilitud de todo el relato y más que personaje cobra forma de recurso para poder antagonizar, pero bueno, a Greene todo se le perdona) y como las acciones- o no acciones- de uno y otro se debaten entre un amor en común y una cruenta guerra. Para colmo de males, hay entre ambos hombres una amistad sincera, por encima de la situación por la que transitan.
"De pronto me sentí irritado; estaba harto de todos ello, con sus provisiones privadas de Coca Cola y sus hospitales portátiles y sus coches enormes y sus armas no demasiado modernas. Le dije:
-Sí. Lo mataron porque era demasiado inocente para seguir viviendo. Era joven e ignorante y tonto, y se metió en lo que no debía. Tenía tan poca idea como cualquiera de ustedes de lo que pasa aquí en realidad, y ustedes le dieron dinero y los libros de York Harding sobre Oriente y le dijeron: “Adelante. A conquistar el Asia para la Democracia.”
Nunca entendió nada que no le hubieran explicado en la sala de conferencias, y sus escritores y sus profesores lo convirtieron en un estúpido. Cuando veía un cadáver, ni siquiera era capaz de distinguir las heridas. Una amenaza roja; un soldado de la Democracia.
-Creí que usted era su amigo- dijo el otro con tono de reproche.
-Yo era su amigo. Me hubiera gustado verlo leyendo los suplementos dominicales e su casa, los resultados de los partidos de baseball. Me hubiera gustado verlo sano y salvo, casado con una muchacha norteamericana estandarizada, de esas que se suscriben al Club del Libro."
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