17.10.14

Charles Bukowski "El Capitán Salió a Comer y los marineros tomaron el barco " 1998


"No ha habido caballos hoy. Me siento extrañamente normal. Sé por qué Hemingway necesitaba las corridas de toros, le servían para enmarcar el cuadro, le recordaban dónde estaba y lo que era. A veces nos olvidamos, mientras pagamos los recibos del gas, cambiamos el aceite, etc. La mayoría de la gente no está preparada parala muerte, ni la suya ni la de nadie.
Les sobresalta, les aterra. Es como una gran sorpresa. Demonios, no debería serlo. Yo llevo a la muerte en el bolsillo izquierdo. Aveces la saco y hablo con ella: “Hola, nena, ¿qué tal? ¿Cuándo vienes por mí? Estaré preparado.”No hay que lamentarse por la muerte, como no hay que lamentarse por una flor que crece.

Lo terrible no es la muerte, sino las vidas que la gente vive o no vive hasta su muerte. No hacen honor a sus vidas, les mean encima. Las cagan. Estúpidos gilipollas.Se concentran demasiado en follar, ir al cine, el dinero, la familia.

Sus mentes están llenas de algodón. Se tragan a Dios sin pensar, se tragan la patria sin pensar. Muy pronto se olvidan de cómo pensar, dejan que otros piensen por ellos. Sus cerebros están rellenos de algodón. Son feos, hablan feo, caminan feo. Ponles la gran música de los siglos y no la oyen.

La muerte de la mayoría de la gente es una farsa. No queda nada que pueda morir.Veréis: necesito los caballos. O pierdo mi sentido del humor. Una cosa que la muerte no soporta es que te rías de ella. La risa verdadera deja fuera de combate las peores expectativas. No me río desde hace 3 o 4 semanas. Algo me está comiendo vivo.Me rasco, me retuerzo, miro a mi alrededor, intentando encontrarlo.

El Cazador es listo. No lo ves. O no la ves." Este es el último libro que escribió el viejo Bukowski. Y no soy yo quien le dice viejo, es él quien se llama a sí mismo *viejo chocho* y da muy buenas razones por las que se le podría haber considerado así.

El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, está planteado en forma de diario, y recoge las impresiones, anécdotas y temores de un escritor que ya puede vivir de su trabajo, pero no se considera domesticado, se da cuenta de que sigue dejando semen y sudor en sus páginas, aunque ahora ya no sea su vieja máquina la que las escriba, sino su ordenador .

Y no deja de observar sin autoengaño las ironías y pruebas a que la fama y el reconocimiento pueden someterte cuando fuiste un joven que se la pasaba borracho y nunca tenía para la renta, y luego de ser cartero casi hasta los cincuenta años, es cuando junto con su editor John Martin, decide dejar su empleo y probar suerte, con el resultado que ahora todos conocemos.






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