2.3.15

Michel Houellebecq "Plataforma" 2001

En Plataforma Michel nos sitúa al lado de Michel (¡oh!), un tipo cuarentón y lacónico sin interés alguno por una vida con la que parece interactuar de manera pasiva. No hay motivación, no hay cauce: la perspectiva ante los acontecimientos (la muerte de su padre, por ejemplo) es la de alguien sin reacción. Michel decide ir de vacaciones a Tailandia con un circuito y es allí donde conoce a Valérie, ¿alma gemela?, ¿visión de un futuro?, con la que inicia una relación y de paso una estrategia comercial basada en el turismo sexual.
Houellebecq da hostias y tiene para todos: no falla, por supuesto, su habitual “crítica” (entre comillas porque, si bien justificada, me resulta, más que una crítica, una pataleta) a algún colectivo, en este caso los musulmanes. Hay un magnífico comentario acerca de la necesidad del turismo en el mundo occidental y otro relacionado con los best-sellers americanos, hablando de éstos, del cine de Hollywood y de los tópicos utilizados, que resulta muy divertido. Las radiografías que el personaje -que no es que esté por encima del bien y del mal, es que no está, simplemente- hace de sus compañeros de viaje y de vida son a su vez interesantísimas. A él, en un momento dado, se le define (más bien se autodefine él mismo con la impresión que cree haber dado a unas chicas) como “ser humano inofensivo y relativamente entretenido”. 

El principal problema que plantea la lectura de Plataforma y, por lo visto, los libros de Houellebecq en general, es que no son novelas agradables ni fáciles de leer. Por supuesto que no tiene ningún tipo de dificultad en el texto en sí; la narración es muy fluida. Pero leerla se hace cuesta arriba, provoca un vacío muy grande y es muy posible que tras cerrar la novela uno se vea incapaz de empezar otra cosa en un tiempo determinado. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario