21.8.15

Peter Weiss "Punto de fuga" (1962)

Tras evocar en Adiós a los padres sus años de niñez y de adolescencia, Peter Weiss describe, en este segundo libro autobiográfico, sus años de juventud y entrada en la madurez. Un camino lento y dificultoso hacia una fórmula válida de expresión artística, hacia una actitud justa y consciente y posible en mundo de los otros, hacia lo que pudiera ser una comunicación amorosa. 
No es un libro amargo ni desesperado, es un libro desolado. Frío, objetivo, lúcido y desolado. Peter Weiss hace cosas, lee libros, tiene amigos, vive ciudades, ama mujeres. Entre gentes que hacen o intentan o intentaron hacer cosas, gentes que leen libros, se preocupan por problemas políticos o artísticos, aman mujeres, dejan de amarlas, viven en ciudades, se suicidan a veces, o se mueren sin más.

No es la desolación de lo que ocurre, sino de lo que no ocurrirá nunca, no es la tristeza de lo que son las cosas sino la de aquello que nunca llegan a ser. Dice Humbert Kink: "Weiss cuenta aventuras intelectuales y reales, habla de las posibilidades de aprovechar la existencia en toda su plenitud, y ante todo y repetidamente de la insuficiencia de la existencia humana".

 Punto de fuga es el libro de la insuficiencia, de la limitación, de la parcial frustración de toda experiencia, de la dificultad de llegar a un acuerdo con uno y con los otros, y es también, porque Weiss lo ha querido, un libro positivo y de esperanza. Porque un día, en las calles de París (y en ese punto termina la historia), Peter Weiss decidió asumir, aceptar, aniquilar fantasmas, en un intento solidario y solitario por llevar su insuficiente existencia humana hasta el último límite posible en su limitación.

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