"Lo que necesitaba era encontrar en el mundo real la imagen irreal que su alma contemplaba constantemente. No sabía dónde encontrarla ni cómo, pero una voz interior le decía que aquella imagen le había de salir al encuentro sin ningún acto positivo por parte suya... Habrían de encontrarse tranquilamente, como si ya se conociesen de antemano, como si se hubieran dado cita en una de aquellas puertas de los jardines o en algún otro sitio más secreto".
Stephen Dédalus -alter ego del joven Joyce- recorre el tortuoso camino que lleva de la más tierna infancia al umbral de la madurez. Criado en el seno de una familia acomodada que con el tiempo irá a menos, es educado durante su niñez con frialdad y severidad en una escuela de los jesuitas. Las doctrinas relacionadas con el nacionalismo y con la religión que en su familia y en el colegio tratan de imponerle marcan al futuro artista, todavía un ser humano en una etapa muy inicial de construcción. El concepto de pecado le martiriza, la idea de infierno le tortura, a la vez que le seduce la idea de llevar una vida virtuosa y surge en su interior la semilla germinal de una posible vocación religiosa. Este es el contexto en el que hace su aparición el impulso sexual -una fuerza potente que arrasa con los últimos vestigios de su inocencia perdida- y el anhelo de belleza, incentivo que sabrá convertir en la clave que resuelva la mayor parte de sus problemas y que le servirá de guía vital tras asimilar una niñez que está irremediablemente "muerta o perdida, y con ella, el alma propicia a las alegrías elementales".
La existencia de Dédalus -al igual que la de Joyce, ambos irlandeses- es una lucha continua intentando liberar su alma de "unas redes arrojadas para retenerla, para impedirle la huida". Los enemigos que le atan son los mismos que atenazan a toda Irlanda: nacionalidad, lengua y religión. Stephen busca la salida tratando de "descubrir una manera de vida o de arte, en la cual tu alma pudiera expresarse a sí misma con ilimitada libertad" y acaba por imponerse a sí mismo el siguiente propósito: "No serviré por más tiempo a aquello en lo que no creo, llámese mi hogar, mi patria o mi religión. Y trataré de expresarme de algún modo en vida y arte, tan libremente como me sea posible, tan plenamente como me sea posible, usando para mi defensa las solas armas que me permito usar: silencio, destierro y astucia".
Desconocemos si Dédalus llega finalmente a cumplirlo -la novela concluye con el momento de lucidez que hace posible la liberación psicológica personal del futuro artista- pero sabemos positivamente que James Joyce lo hizo. Se autoexilió lejos de Irlanda, aunque llevó siempre muy dentro de sí su Dublín natal y fue uno de los escritores que mejor han sabido transmitir su esencia. Encontró la forma de expresar su arte de manera plena y libre, revolucionando la literatura universal e iluminando el camino que seguiría a partir del siglo XX. Y el momento clave que marcaría el resto de su vida llegó cuando todavía era adolescente y lo hizo a modo de epifanía: "Arriba, el derivar silencioso de las nubes; abajo, el silencioso fluir de las algas de mar, el aire gris, tibio aún; y en sus venas, la canción nueva y salvaje de la vida".
- "Retrato del artista adolescente" es una novela de formación o de aprendizaje (también llamada Bildungsroman, término alemán utilizado para designar las novelas que retratan la transición de la niñez a la edad adulta) que relata una historia semiautobiográfica escrita por James Joyce en la que refleja el paso por la crisis de la adolescencia y los valores de la sociedad irlandesa del siglo pasado. Para muchos entendidos, se trata de mejor novela de este tipo de la historia.
- En ella se puede apreciar una clara evolución estilística que coincide con el crecimiento del protagonista, Stephen Dédalus, el mismo que protagonizará tiempo después "Ulises", la obra magna de este autor. Así, la historia se inicia en la más tierna infancia, atraviesa la niñez y la adolescencia para llegar al punto en que Stephen alcanza su época universitaria.
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