Requiem for a Nun publicada en 1951. Forma parte del ciclo de obras que se imaginan en el condado de Yoknapatawpha, del estado de Jefferson, en el que Faulkner ha creado todo un mundo novelesco. El autor continúa la historia de la joven Temple Drake, que nos relató en su novela Santuario (v.).
Esta obra, Requiem por la negra Nancy Mannigoe, aunque estructurada en forma de tragedia dramática, es más propia para ser leída que para ser representada
Debido a ello el autor ha puesto un extenso prólogo a cada una de las partes, que nos detallan las circunstancias históricas y ambientales en que se va desarrollando la acción. La obra no es sino la confesión de Temple Drake, ahora ya esposa de Gowan Stevens y madre de dos hijos, para lograr el indulto de la negra Nancy, acusada de haber asesinado en la cuna a una niña de seis meses, hija de su dueña. La joven madre, al intentar salvar a su criada, descubre su propia degradación moral.
Faulkner no plantea en esta obra un problema originado en el odio ancestral de razas como en otras obras suyas, sino el gran problema de la culpa y la expiación. El problema radica en la «culpabilidad atribuible a un delito de sangre — dice un autorizado crítico —, cuando fue cometido para evitar un crimen moral mucho más grave». Nancy mató a la niña para impedir que Temple huyera con otro hombre y su deshonra cayera sobre sus propios hijos. Por esto la verdadera culpable es la madre, por cuya miseria moral se ha producido el asesinato y que todavía no ha restañado las heridas que le produjo el pasado que se narra en Santuario.
Este drama de Faulkner es a la vez un mensaje pesimista y esperanzador, pues si por una parte presenta la corrupción y la culpabilidad, por otra muestra la posibilidad de redención y expiación de la culpa por medio del sufrimiento y de la muerte, tema éste que será el núcleo de su novela posterior,
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