“Enrique Vila-Matas. Con El mal de Montano se ha convertido en el primer español que consigue el prestigioso premio Médicis a la mejor novela extranjera publicada en Francia y se coloca junto a nombres de la talla de Kundera, Auster, Eco, Bernhard o Tabucchi...”
«Entre el diario íntimo y la novela, el viaje sentimental, la autoficción y el ensayo, El mal de Montano, nos propone el triunfo de la literatura, como si sólo a través de ella pudiéramos entrever una idea de supervivencia, cierta posibilidad de un sentido nuevo para la existencia propia.
Un narrador, que firma sus libros con el matrónimo de Rosario Girondo, escribe un diario personal y un diccionario tímido de su vida y lleva tan lejos su mal de Montano, está tan enfermo de literatura, que la ficción inicial (la creación de un personaje obsesionado por el porvenir de la literatura y dedicado a descifrar el arte de los diarios personales de sus escritores favoritos) acaba transformándose en una realidad cuando el autor decide convertirse en carne y hueso en la literatura misma, encarnarse en ella, transformarse en la memoria de la Biblioteca universal, entrar a formar parte de una sociedad secreta de conjurados contra los enemigos de lo literario.
A partir de ese momento, Rosario Girondo escribirá su diario como si de éste dependiera la suerte de la literatura, como si ese texto o tapiz mestizo abriera el presente a lo nuevo, a la libertad, y la literatura tuviera otra oportunidad.»
Un narrador, que firma sus libros con el matrónimo de Rosario Girondo, escribe un diario personal y un diccionario tímido de su vida y lleva tan lejos su mal de Montano, está tan enfermo de literatura, que la ficción inicial (la creación de un personaje obsesionado por el porvenir de la literatura y dedicado a descifrar el arte de los diarios personales de sus escritores favoritos) acaba transformándose en una realidad cuando el autor decide convertirse en carne y hueso en la literatura misma, encarnarse en ella, transformarse en la memoria de la Biblioteca universal, entrar a formar parte de una sociedad secreta de conjurados contra los enemigos de lo literario.
A partir de ese momento, Rosario Girondo escribirá su diario como si de éste dependiera la suerte de la literatura, como si ese texto o tapiz mestizo abriera el presente a lo nuevo, a la libertad, y la literatura tuviera otra oportunidad.»
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