12.9.14

Mario Vargas Llosa"La tía Julia y el escribidor" 1977


De todas las novelas de Mario Vargas Llosa, acaso “La tía Julia y el escribidor” (1977) es la que más intensamente explora el universo de relaciones entre la realidad y la ficción, entre la vida contingente y aquella imaginada y materializada en la escritura. Y este no es el único tema que distingue a una novela por mucho tiempo mal leída, condenada al baúl de las “obras menores”.
“La tía Julia y el escribidor” aparece en un momento que ya no es el del apogeo del ‘boom’ ni el de la novela total –al que corresponden “La ciudad y los perros” (1963), “La Casa Verde” (1965) y “Conversación en La Catedral” (1969)–, sino el de la mirada hacia la cultura de masas, la performatividad y el espectáculo como materiales literarios, la incorporación del melodrama como elemento activo de la trama y, en un sentido bastante amplio, el de la continuación de la experimentación narrativa.

La tía Julia y el escribidor es la historia de unos cuantos meses de la vida de Mario Vargas -sus amores clandestinos con la tía Julia, su vida rutinaria como director de informaciones de Radio Panamericana y sus constantes reflexiones e intentos literarios- que alterna, capítulo a capítulo, con los primeros episodios de distintas series de radioteatros, escritos por Pedro Camacho y transmitidos por la vecina Radio Central.

Estos últimos, nueve en total, conservan una aparente autonomía, aunque conforme su redactor empieza a desvariar y a caer en manos de la locura se van vinculando entre sí a través de personajes o situaciones comunes. El último capítulo de la obra, ya relegado Pedro Camacho al manicomio, en vez de presentar un episodio de radioteatro, continúa la historia de la tía Julia a manera de epílogo, ocho años después, cuando Vargas Llosa ha triunfado como escritor y ha roto la relación con su tía.

versión Kidle

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