Al salir del ámbito cerrado y perfecto de Macondo, el escritor colombiano accede al reto de llevarse a sus criaturas a un entorno urbano, cambiante, capaz de traicionar su visión del mundo y su lógica vital; de esta manera se presenta lo europeo en las narraciones, como si la función de las antiguas crónicas de Indias se hubiera invertido y ahora los cronistas fuesen los americanos, deslumbrados hasta lo más profundo por la extrañeza y salvajismo racionalista de Europa.
Más allá de una concepción tradicional del espacio (como marco pasivo de la trama) García Márquez utiliza el concepto en su acepción más polisémica y abierta, de manera que lo espacial marca también fronteras abstractas entre el personaje y los demás, es una ventana para bucear en la subjetividad de los protagonistas o se llena en ocasiones de valores alegóricos y simbólicos que remarcan la dicotomía evidente de la que beben todas las narraciones:
Buen viaje, señor presidente (fechado en junio de 1979)
La santa (en agosto de 1981)
El avión de la bella durmiente (en junio de 1982)
Me alquilo para soñar (en marzo de 1980)
Sólo vine a hablar por teléfono (en abril de 1974)
Espantos de agosto (en octubre de 1980)
María dos Prazeres (en mayo de 1979)
Diecisiete ingleses envenenados (en abril de 1980)
Tramontana (en enero de 1982)
El verano feliz de la señora Forbes (en 1976)
La luz es como el agua (en diciembre de 1978)
El rastro de tu sangre en la nieve (en 1976)
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