Bienvenidos a Bullet Park, epicentro del universo de John Cheever. Una ciudad con casas exorbitantes, jardines, campos de golf, piscinas rodeadas de botellas vacías y ceniceros llenos; un mundo incapaz de esconder en su resplandor el profundo desencanto de una clase media que se desmorona con solo mirarse al espejo.
Bullet Park es una clásico de referencia, algo olvidado, en el género de la narrativa norteamericana. Cuenta la historia de Eliot, su protagonista, quien protesta por la hipocresía que día a día vive en su barrio de los suburvios (esa parte de la ciudad no turística y olvidada, pero tan real como necesaria), que nos recuerda a una imagen no muy alejada de la de muchos jóvenes que hoy se quejan y revelan contra el sistema.
Bullet Park, escrita en 1969 por el novelista estadounidense John Cheever, trata sobre la vida de un padre serio y pensativo, Eliot Nailles, su problemático hijo Tony y el destino de ambos que se cruza con un hombre psicótico, Hammer, quien se traslada a Bullet Park para cometer el crimen de uno de ellos. El libro trata - en tono de fábula - el tema del fracaso del sueño americano en la misma línea que lo hacen sus coetáneos Richard Yates en Revolutionary Road y F. Scott Fitzgerald en The Great Gatsby.
De prosa directa y estructura sencilla la obra se divide en tres partes, una para cada uno de los dos protagonistas y la tercera para la interrelación entre ambos. Se convierte en precursora de todo un subgénero de ficción, no sólo literario, sino también cinematográfico y televisivo. Rodrigo Fresán señala en el epílogo de la edición de Emecé unos cuantos ejemplos de narrativa en los que se puede notar, en mayor o menor medida, la influencia de esta peculiar novela: Anne Beattie, Don DeLillo, Jonathan Lethem, Rick Moody,...o la American Beauty de Sam Mendes, entre otros.
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