7.4.21

Joyce Carol Oates "Blonde" Marilyn Monroe 2000

“He estado viendo esta película durante toda mi vida, aunque nunca hasta el final”...Así, en primera persona, comienza Joyce Carol Oates a desnudar en Blonde la historia de un mito tan frágil y poderoso como Marilyn Monroe. Su monumental novela, que está conquistando a los lectores del mundo entero, está entretejida de películas y vida, de amores y desamparo


La gran escritora que es J. C. Oates plasma también en su libro, a veces decepcionante y desigual, un trozo de la vida cotidiana de la América de aquellos años. “Socorro, la vida se acerca”, dejó escrito la actriz en unos versos. Esta Blonde de Oates nos acerca la vida y el mito de Marilyn

Joyce Carol Oates ha escrito su última novela sobre Norma Jeane Baker. Tal vez este nombre no signifique nada para algunos lectores, pero si les explico que ha escrito una novela sobre Marilyn Monroe,el mito erótico de los años sesenta, la cosa cambia.

No es la primera vez que esta prolífica autora norteamericana, eterna candidata al premio Nobel, escoge a un personaje público como protagonista de sus obras. A comienzos de los noventa publicó Black Water, en la que novelaba el desgraciado accidente sufrido por Ted Kennedy junto a su secretaria, Kelly Kelleher, que malogró sus aspiraciones a la Presidencia de los Estados Unidos. Pero claro, aquello era poco más que un relato breve si lo comparamos con las casi mil páginas de esta última entrega.

Ciertamente hace falta valor -y Oates lo tiene a raudales- para intentar novelar la vida de uno de los mitos indiscutibles no sólo del cine, sino también de la sociedad del siglo XX. Sobre Marilyn Monroe está casi todo dicho, y lo que no conocemos a ciencia cierta, fundamentalmente los acontecimientos que rodearon su muerte, ya forman parte de la leyenda, lo que equivale a decir que ya nunca se desvelará el misterio. ¿Cómo puede, pues, un novelista, abordar la vida de un personaje tan conocido? 

Desde luego con imaginación, pero al mismo tiempo documentándose concienzudamente sobre todos aquellos aspectos de la vida del personaje que puedan ser conocidos por los potenciales lectores. Y en verdad, tanto imaginación como documentación son ingredientes esenciales de esta macronovela. Oates se ha convertido, sin duda alguna, en una de las mejores conocedoras de la vida y milagros de Marilyn. De todas formas, y como ella misma se apresura a advertir en la “nota de la autora”, “el lector que desee conocer datos biográficos fidedignos de Marilyn Monroe no debería buscarlos en Blonde, que no pretende ser un documento histórico, sino en biografías autorizadas”.

Pero, con o sin datos biográficos, el lector de esta novela tendrá un buen conocimiento de lo que fue la vida de Marilyn. Su desgraciada infancia, con una madre siempre enferma, viviendo en centros de acogida, aunque aquí tan sólo se novela uno; su turbulenta pubertad y el temprano y desgraciado primer matrimonio; sus primeros escarceos con el cine y la Prensa, tras posar desnuda; sus matrimonios con dos figuras de la talla de Joe DiMaggio y Arthur Miller; su aventura amorosa con el hombre más poderoso del mundo, el presidente Kennedy; sus problemas con el alcohol y las drogas; su compleja relación con el mundo de Hollywood... Conocemos, en definitiva, a la niña Norma Jeane, a la señora de Arthur Miller, y a la Marilyn adorada por millones de personas en todo el mundo. Nada nuevo, pero apasionante.

Tenemos, por tanto, todos los componentes necesarios para preconizar una novela grandiosa: una autora de bien ganado prestigio, que se ha documentado con la profesionalidad de un notario, que ha revolucionado su imaginación hasta encontrar un tono narrativo distinto y singular, al servicio de una vida apasionante, apurada con la intensidad y rapidez del primer amor, y que despierta la curiosidad del lector más anodino. Y sin embargo, todo se queda en una ilusión y apenas si logra traspasar el umbral de las buenas intenciones.

Al concluir la novela, no he podido por menos que preguntarme si mi desagrado, o mejor, si mi apatía final tenía que ver con el indeterminado y subconsciente recelo que suscita en los humanos todo aquel que quiere alterar sus creencias y convicciones más profundas. Y, sinceramente, creo que no, pues en nada se ha alterado la impresión que tenía sobre Marilyn, un personaje que, dicho sea de paso, me interesa más como fenómeno social que como personaje o actriz.

Creo que esta novela no resulta del todo convincente por el evidente deseo de su autora de mitificar a la actriz mediante su humanización. Efectivamente, parece que nos encontramos ante una incongruencia, y es en cierta forma esa supuesta incongruencia la que nos acompaña a lo largo y ancho de Blonde.

Aunque narrada en tercera persona, la protagonista nos comunica sus sensaciones, sus pensamientos, miedos y reflexiones en primera persona, lo que la convierte en un personaje mucho más próximo, tal vez demasiado, cuando para muchos Marilyn es ya una quimera, un sueño, una meta inalcanzable... En definitiva, se rompe el encanto de lo sublime. Además, Oates nos la presenta como una persona extremadamente inteligente que si actuó de forma un tanto alocada lo hizo impulsada por los traumas que venía arrastrando desde su infancia, por culpa de un padre inexistente y una madre que pasaba más tiempo internada en hospitales mentales que junto a ella, padeciendo esa carencia de amor que fue una constante en sus primeros años de vida. 

Esa continua justificación, como si la infancia del resto de los mortales hubiera sido un camino de rosas, resulta un verdadero lastre. Oates llega incluso a sugerir que para lo que Marilyn tenía verdadero talento era para las letras, y que de haber tenido una infancia normal hubiera sido una excelente escritora. En fin, leer para creer.

Son estos dos, desde mi punto de vista, algunos lunares de la novela, pero no los únicos. Por ejemplo, no acabo de entender por qué Oates renuncia a citar por su nombre a algunos personajes que estuvieron íntimamente ligados a Marilyn. Así, Joe Di Maggio aparece como “el Ex Deportista” y Arthur Miller, como “El Dramaturgo”.

Tampoco parecen muy justificables algunas escabrosas escenas de sexo, no muy numerosas pero irrelevantes y que no aportan a la narración nada más allá del simple morbo. Lo mismo que esa especie de sutil insinuación sobre la posibilidad de que Marilyn fuera asesinada.

Tal vez los verdaderos amantes del mito “Marilyn” no compartan cuanto he expuesto en estas líneas. Mejor para ellos. Pero en el terreno puramente literario uno esperaba mucho más de una de las autoras norteamericanas más interesantes de las últimas décadas.

Dos veces candidata al premio Nobel de Literatura, Joyce Carol Oates (Nueva York, 1938) es una de las autoras norteamericanas más prolíficas y reconocidas. Durante las últimas décadas ha cultivado la poesía, el teatro, la literatura infantil, la crítica literaria, el relato, la novela y el guión cinematográfico. Muchos de sus trabajos están marcados por una intensa nostalgia por el pasado, por los recuerdos de infancia, el ambiente rural y la atmósfera de clase obrera, que se mezclan en sus textos con la presencia de un entorno violento, abordado por Oates desde la novela gótica o el más crudo realismo.

El primer amor (1998), Puro fuego: confesiones de una banda de chicas (1996), Agua negra (1993) y Marya (1988) son algunas de sus últimas novelas-el total de títulos supera la cuarentena-, junto a sus poemarios The Time Traveller y La mujer invisible.

Títulos como Agua negra, por el que optó en 1992 al premio Pulitzer, o Them, con el que ganó el National Book Award en 1970, la han situado entre los autores más reconocidos y galardonados de las letras norteamericanas. En la actualidad es profesora en la universidad de Princeton.


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