En El arco y la lira, Octavio Paz afirmó al hablar de este libro que «la distracción quiere decir: atracción por el reverso de este mundo». Sin embargo, Alejandro Rossi dice haberse despreocupado siempre de lo que está lejos, de las grandes verdades, y tal vez sea este empeño lo que acerca su literatura al reverso del mundo.
La lectura de Manual del distraído, obra cumbre del escritor mexicano, es en apariencia tranquila y provoca en el lector angustiado la sorpresa de descubrirse sonriendo. La mirada aguda que asoma en su prosa, en ocasiones lacerante, transita entre lo conocido y lo cotidiano, arrastrándonos, sin apenas darnos cuenta, hacia el otro lado.
La elipsis, la pasión por el matiz, la voluntad de prescindir de la retórica y la mecánica de las palabras con las que construye su discurso conforman un antimanual que se resiste a ser clasificado. Un texto que, años después de su publicación, muestra la lucidez de quien ha comprendido. «Meterse en el mundo de Rossi es hacer un compromiso con el placer, cada vez menos frecuentado, de la emoción inteligente.».Julieta Campos
La elipsis, la pasión por el matiz, la voluntad de prescindir de la retórica y la mecánica de las palabras con las que construye su discurso conforman un antimanual que se resiste a ser clasificado. Un texto que, años después de su publicación, muestra la lucidez de quien ha comprendido. «Meterse en el mundo de Rossi es hacer un compromiso con el placer, cada vez menos frecuentado, de la emoción inteligente.».Julieta Campos
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