Nuestro protagonista, que nos narra el libro en primera persona es hijo de un gran personaje
"Baba, apodado el huracán, con su metro noventa y cinco de altura. Mi padre era la fuerza misma de la naturaleza, un imponente ejemplar de pastún; barba poblada, cabello de color castaño, rizado e ingobernable como el mismo "
Un hombre imponente hecho a si mismo, querido por todo el mundo y que no termina de entender un hijo que ama más los libros que el deporte, en el que puede reconocer a su mujer, muerta en el parto y gran amante de la poesía, pero no reconoce ningún rasgo propio.
"Mi padre consiguió moldear a su gusto el mundo que lo rodeaba, siendo yo la manifiesta excepción. El problema naturalmente, era que Baba veía el Mundo en blanco y negro. Y era el quien decidía qué era blanco y qué era negro "
Frente a ese mundo de adultos se contrapone la amistad con Hassan, el hijo del criado de su padre. Una amistad como la que solo pueden tener dos críos de doce años.
"¿Cómo podía ser yo para él como un libro abierto, cuando, la mitad de las veces, yo no tenía ni idea de lo que maquinaba su cabeza? Yo era el que iba a la escuela, el que era capaz de leer y escribir. Yo era el inteligente. Hassan no podía leer ni un libro de párvulos y, sin embargo, me leía a mi".
Al igual que el peso de la historia no recae en un solo personaje, Hosseini tampoco ha querido que la narración fuera lineal o concentrarla en una tercera persona omnisciente. Así, juega durante todo el texto variando el narrador, saltando en el tiempo –casi siempre hacia el futuro, pero también retrocede en alguna ocasión–, a la vez que no duda en insertar versos, una entrevista, cancioncillas, un par de cartas o incluso ese precioso cuento con el que da comienzo el libro.
“Había una vez, en los tiempos en que divs, yinns y gigantes vagaban por estas tierras un granjero cuyo nombre era Baba Ayub”.
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