Del primer encuentro cercano con la muerte, Carrère sacó un libro bellísimo que celebra la vida. Se murieron en poco tiempo su cuñada Juliette, una jueza que estaba poniendo los pilares en el derecho del consumo, y la hija de unos amigos franceses. La primera debido a un cáncer. La segunda debido al catastrófico tsunami de Sri Lanka. Carrère y su pareja estaban allí, mascullando sobre su separación. La ola acabó con las tonterías. De ese dolor ante la pérdida, la anunciada y la súbita, salió un libro generoso que relata historias cotidianas de seres extraordinarios. Carrère se olvida de sí mismo. Deja las obsesiones y escribe sobre el amor.
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