“Un país que dilapidó el tiempo del esplendor amasando infortunios. Un país de tertulias. Un país fuera del tiempo. Con verdaderas masas de fumadores llenando las terrazas de invierno, esperando a los chinos. No supimos ser prósperos y ahora cualquiera endereza el entuerto. Un país de vociferantes en podios de cáscaras de gambas. Lo único bueno es que ya podemos irnos de puente eterno. Ha terminado ocurriéndonos lo que Michon dice que le pasó a Rimbaud: “murió de la misma mano de aquellos cuyo trabajo lo enriquecían; se había enriquecido con una muerte suntuosa, sangrienta como la de un rey al que inmolan sus súbditos; sólo fue rico en oro, y de eso murió” (fragmento del Segundo dietario voluble, incluido en Una vida absolutamente maravillosa, volumen que antologa con un cierto 'estilo de la felicidad' mis ensayos y artículos de los últimos veinte años).
No hay comentarios:
Publicar un comentario