18.7.18

Nine Inch Nails "Still" 2002

“Sienta a Trent Reznor con una acústica y hazle tocar un tema suyo. ¿Qué pasará? Eso no será una canción, no la podrá tocar”. Estas palabras pertenecen a Grand Fitch, guitarrista de PAW, allá por marzo de 1996. Se vivía la fiebre post-nirvana y el auge flamígero de aquel grunge que no tardaría en esfumarse con las últimas brisas de Seattle. Por aquel entonces, yo apenas conocía a NIN. Estaba al tanto del impacto causado por ese extraño disco de la espiral, de preciosa portada. Los viejos rockeros y puristas jevilongos,  procuraban un locuaz descrédito a bandas emergentes como NIN, Ministry, o Die Krupps


La amenaza electrónica se fraguaba con los conatos programados de White Zombie, Clawfinger, los primitivos Rammstein frente a la pureza y brillo de los magistrales Blind Melon, los revitalizados Aerosmith y los funkeros Red Hot Chili Peppers. Faltaba poco para que lo evidente aconteciera. Que también el rock and roll, ser bastardo por naturaleza, admitiese el componente digital en su imaginario.  ¿Que pensaría el sagaz Fitch al sentarse en una butaca, si su elipsis cervecera se lo permitiese, y saborear pista a pista, este pequeño detalle, llamado “Still”?

Estos 9 temas, de los cuales 5 son inéditos, y el resto revisiones en directo, se adjuntan en pack de coleccionista, junto a la última  entrega del pequeño mecánico en “…and all that could have been”, o en su caso, solicitarlo a través de la web oficial de NIN. Cayó en mis manos por excéntrica casualidad y estoy satisfecho de mi fortuna. 

El álbum se puede describir con una sola palabra: Desnudez. Reznor abandona toda la parafernalia sintética y nos presenta un álbum humano y de brillante oscuridad. Basado en una primigenia programación, apenas elaborada y sobradamente preparada, se plasma una estructura  tan melódica como melancólica. Un sonido gótico y lírico, de tempos claudicantes  y atmosféricos. Nos reporta a unos parajes de diluvio cálido y tranquilidad sobrecogedora. Desde la emotividad in crescendo de “Something I Can Have”, la cadencia progresiva de “The Fragile” hasta los parajes misteriosos  de “…and all that could have been”.

Viajamos por una sesión muy alejada de la cripticidad y rabia de la espiral, en respuesta: Estilo y deconstrucción mecánica. Cabe mencionar el minimalismo que recorre todo el álbum, seña identificativa de Reznor, incluso Michael Nyman firmaría “Adrift And At Peace”, que no impide la cantidad de matices y aristas de cada pieza. 

Un halo novecentista parece deambular por todos los cortes, monopolio oligárquico  de los tonos graves de cuerda y piano, distorsiones escasas pero incisivas  y tenues silencios reflexivos. En un principio, antes de atraparme en abrupta sensibilidad, creí estar ante un producto solo para fans. Equivocado. Disco apto y de rico, no subespecie de relleno “Still” es una pequeña joya, menos sofisticada que “The Fragile”, nos brinda a un Reznor intimista y elegante. Un perfeccionismo de compositor, para quizás, desmarcarse del estigma de programador que parece reprobar su conciencia. El reencuentro de un músico que, al fin y al cabo no desea ser diferente a los demás, solo emplear un léxico alternativo. Un pequeño capricho para oír en noches invernales, de  vidrios empañados por la lluvia. No había disfrutado de esa sensación desde el último regalo que nos brindaron Fang, y Banyoles no es Venice.


01. “Something I Can Never Have”

02. “Adrift And At Peace”

03. “The Fragile”

04. “The Becoming”

05. “Gone, Still”

06. “The Day The World Went Away”

07. “And All That Could Have Been”

08. “The Persistence Of Loss”

09. “Leaving Hope”

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