13.11.18

Rainer Maria Rilke "Los cuadernos de Malte Laurids Brigge" (1910)

"Aprendo a ver". Esta anotación del joven aristócrata Malte Laurids Brigge en el diario que escribe de su estadía en París y que reúne impresiones, reflexiones, recuerdos y vivencias, en un texto fragmentario cada vez más impregnado de la estética simbolista a medida que la narración avanza, se puede tomar casi como una declaración de intenciones del poeta praguense Rainer Maria Rilke (1875-1926). Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, en los que el poeta se expresa a través de un alter ego, constituyen un texto imprescindible de la literatura universal, pero también la llave que abre el camino para comprender el universo rilkeano y los temas que más caros le son.
Es una obra semiautobiográfica y está escrita en un estilo literario expresionista. Posteriormente inspiró a Jean-Paul Sartre en su obra La náusea. La novela toca temas existenciales como la búsqueda del individualismo, el significado de la muerte y reflexiones sobre las vivencias a medida que ésta se aproxima. Muy influido por la obra de Nietzsche, el autor también incorpora técnicas impresionistas de artistas como Auguste Rodin y Paul Cézanne. Partes de la novela son antirreligiosas, específicamente contra el credo cristiano de la Segunda Venida de Cristo, lo que ve como una promesa que lleva a un sentido universal de “espera”, es decir al inmovilismo. La novela evoca también imágenes de la Revolución industrial y de la era de progreso científico, impregnadas de ansiedad y alienación.

El joven Malte de 28 años recorre incansable los suburbios parisinos. En ese recorrido, descubre la visión. Esto significa, y así lo expresa, que él está aprendiendo a mirar, y lo que ve son historias donde las luces de París se confunden con los cuerpos. Pareciera no haber división alguna entre los elementos que inundan la atmósfera y los habitantes de la ciudad. En otras palabras, el mundo de Rilke en esta novela es un mundo donde las moléculas que lo habitan han perdido contacto entre sí y se hallan dispersas y perdidas entre las palabras del poeta. Asir una imagen en ese estado significaría captar no solamente la fugacidad, sino también la posibilidad de lo terrible, eso "terrible" que aparecerá muchos años después como un elemento primordial de Las elegías de Duino.


Es una obra rica en elementos conceptuales, en imágenes, de la cual se podría decir que expresa magistralmente la decadencia del mundo, centrándose en la ciudad de París, aunque el relato-poema se parte en fragmentos y abarca distintas entidades psicológicas y diversos lugares del recuerdo del protagonista. Aunque decir psicológicas es sólo una manera de acercarse al texto, porque en esa retrospectiva la conciencia está partida entre la memoria, que regularmente se instala en la niñez, y la variedad de elementos que parecen provenir de sitios donde la memoria ha perdido sus fundamentos; es decir, los límites de su percepción.

El narrapoema comienza en París; pero si bien la obra está escrita en 1910, la ubicación de los episodios en ese año es algo impreciso, y para algunas teorías de la literatura innecesario. Los hechos ocurren simplemente, y decir París, sería igual que decir que la historia ocurre en el infierno, como diría Dante Gabriel Rossetti de la obra Cumbres Borrascosas de Emily Brontë.


PARÍS, 11 septiembre, rue Toullier.
¿De modo que aquí vienen las gentes para seguir viviendo? Más bien hubiera pensado que aquí se muere. He salido. He visto hospitales. He visto a un hombre tambalearse y caer. Las gentes se agolparon a su alrededor y me evitaron así ver el resto. He visto a un mujer encinta. Se arrastraba pesadamente a lo largo de un muro alto y cálido y se palpaba de vez en cuando, como para convencerse de que aún estaba allí. Si, allí estaba. ¿Y detrás del muro? Busqué en mi plano: Maison d’accouchement. Bien. Dará a luz, eso es natural.

Más lejos, rue Saint-Jacques, un gran edificio con una cúpula. El plano indica: Val de Grâce, Hôpital militaire. Ciertamente, no necesitaba saberlo, pero no está de más. La calle empieza a desprender olores por todas partes. En lo que puede distinguirse, huele a yodoformo, a grasa de pommes frits, a angustia. Todas las ciudades huelen en verano. Después he visto una casa extrañamente cegada. No figuraba en el plano, pero he visto encima de la puerta una inscripción aún bastante legible: Asile de nuit. Al lado de la puerta estaban escritos los precios. Los he leído. No eran caros.

¿Después? He visto a un niño en un cochecito parado: estaba grueso, verdoso, y tenía una erupción muy visible en la frente. Parecía que sanaba ya y que no le dolía. El niño dormía con la boca abierta, respirando yodoformo, pommes frits, miedo. Así era y nada más. Lo importante era que se vivía. Sí, eso era lo importante.

Aprendo a ver. No sé por qué, todo penetra en mí más profundamente, y no permanece donde, hasta ahora, todo terminaba siempre. Tengo un interior que ignoraba. Así es desde ahora. No sé lo que pasa."





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