El sábado 25 de octubre de 1969 llegaba a los quioscos el número 386 de la revista Triunfo, un símbolo de la resistencia intelectual al franquismo. Sorprendentemente, la portada mostraba el escudo del Club de Fútbol Barcelona, denominación impuesta por el régimen, y el título del reportaje de Manuel Vázquez Montalbán: “Más allá del fútbol. Barça! Barça! Barça!”. El célebre escritor pretendía descifrar el significado de este triple grito para paliar el “distanciamiento y falta de entendimiento de lo que pasa en la periferia de España”. Después de dieciséis años de ausencia, Montalbán se nos hace presente a través de sus palabras, el “único medio para combatir la muerte y eternizar los sentimientos, las emociones y los recuerdos”.
Vázquez Montalbán empezaba su artículo con la descripción de las peculiaridades del público barcelonista que acudía al Camp Nou: aficionados llevando en sus ojales un escudo con cuatro barras rojas en un fondo amarillo; niños agitando banderines con dichos colores; personas hablando catalán o una versión “charnega” del mismo; y coches luciendo distintivos con la exhortación “Parleu català” y ondeando banderas del Barça y de Catalunya por sus ventanillas.
Estos signos identitarios ya dejaban entrever la especial relación que los culés establecían entre el Barça y Catalunya. El equipo no sólo actuaba para el espectador como un intermediario entre la victoria o la derrota, sino también con la historia del pueblo catalán. El FC Barcelona era la única institución legal que mantenía el vínculo de los ciudadanos con “la Cataluña que pudo haber sido y no fue”. Asimismo, la representatividad de la cultura catalana asumida por el club también le convertía en un vehículo de integración para los inmigrantes, como había sucedido con su fundador, el suizo Joan Gamper, paradigma mítico del extranjero perfectamente asimilado.
Además, este carácter identitario le había dotado de un contenido político aceptado tanto por el nacionalismo catalán como por el presunto adversario español. Vázquez Montalbán enumeraba una serie de hechos, como el intento de hacer desaparecer el club, que ratificaban esta apreciación. Por eso, los directivos necesitaban “un tiralíneas de precisión” para representar a “un símbolo tan multitudinario y abstracto como es el Barça”. Esta simbiosis entre la historia de Catalunya y el significado político atribuido al club explican la peculiar rivalidad con el Real Madrid, alineado con el centralismo español. Una apreciación a la que contribuyeron el caso Di Stéfano, las declaraciones de Bernabeu contra los catalanes o el lenguaje épico-imperial de la radio y la televisión.
El estadio barcelonista se convertía en el escenario donde se manifestaban toda esta amalgama de vivencias políticas y sociales reprimidas en otros ámbitos. El público, que permanecía silencioso en las calles durante la semana, defendía su identidad, canalizaba su malestar y reivindicaba sus libertades vociferando cada quince días “¡Barça! ¡Barça! ¡Barça!”.
Cincuenta años después cabe preguntarse si este análisis sociopolítico del club todavía sigue vigente. Probablemente el Barça continúa siendo, en palabras de Montalbán, el hígado por donde se filtra todo lo que sucede en el país. Sin embargo, en el actual momento histórico no parece que el conjunto de la sociedad catalana delegue en el FC Barcelona la representación de vanguardia épica del catalanismo, es decir, de ser “el ejército simbólico y desarmado de Cataluña”. En el próximo Barça-Real Madrid difícilmente se dirimirá, ni siquiera simbólicamente, la disputa entre centro y periferia. No sólo porque cueste atribuir un significado político a dos equipos con pocos españoles o catalanes en sus filas, sino sobre todo porque la actual reivindicación catalana ya no se conforma con victorias deportivas.
Seguramente sí mantienen su vigencia las palabras de Vázquez Montalbán, pronunciadas con motivo del no reconocimiento a los socios republicanos en el 75.º aniversario de la fundación del club el año 1974, al reclamar que la institución culé debe asumir “todas sus contradicciones íntimas que traducen fielmente un país rico en contradicciones”.
Cabe preguntarse si aquel completo análisis sociopolítico del club todavía sigue hoy vigente
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