10.2.20

Agatha Christie "El asesinato de Roger Ackroyd" 1926 La mejor novela de misterio jamás escrita

No hay duda: Agatha Christie es una de las autoras más influyentes de la historia. Su obra está repleta de bestsellers, y es frecuente entre sus fans el debate para decidir cuál es la mejor novela de la autora.

La más popular es sin duda "Los diez negritos", que de hecho está actualmente entre los diez libros más vendidos de la historia. Esta es una historia poco común en Christie, ya que consiste en que diez personas son invitadas a una isla privada, donde el anfitrión les deja un mensaje acusándolos a todos de asesinato y advirtiéndolos de que irán muriendo uno a uno.
El formato más habitual de las novelas de Agatha Christie es el de una novela policíaca, en el que se presentan a los sospechosos y al detective, que suele ser un personaje recurrente (como Hércules Poirot o Miss Marple), ocurre el asesinato y el detective comienza su investigación, y, al final del libro, este reúne a todos los implicados y explica su deducción, revelando al verdadero asesino.

La novela más famosa de este estilo de la autora es "Asesinato en el Orient Express", en la que un hombre que había pedido a Poirot que investigase quién quería matarlo es asesinado durante un viaje en el Expreso de Oriente, y el detective belga descubre quién es el culpable.

Estas dos obras son desde luego de una gran calidad, pero, desgraciadamente, la mayoría de lectores contemporáneos solo disfrutan de esas dos, y nunca descubren la que es, en nuestra opinión, la mejor novela de Agatha Christie: "El Asesinato de Roger Ackroyd", la obra que catapultó a la autora a la fama.

La primera razón es obvia: el título. Está claro que no llama en absoluto a un lector que no sea un gran fan, y es cierto que con un título como "El fracaso de Poirot" (un título que recibió una adaptación cinematográfica rusa de la novela, y que es muy acertado) sería un público mucho más grande el que se vería atraído a leer esta obra maestra del misterio.

La segunda es que la naturaleza del libro, como explicaremos más adelante, lo hace poco propicio a ser publicado en otros medios, como el cine o la televisión, y es lo que hace que sus pocas adaptaciones a las pantallas no fuesen exitosas.

En "El Asesinato de Roger Ackroyd" vemos los hechos a través de el Dr. James Sheppard, un habitante de King's Abbot, quien nos presenta a sus habitantes y la situación después de que Mrs. Ferrars,  una dama a la que el doctor conocía porque era una paciente habitual y que era sospechosa de asesinar a su marido, es hallada muerta en un supuesto suicidio de extrañas circunstancias. Más adelante, en una reunión en la mansión, a la que había acudido citado por su propietario, de uno de sus habitantes con más poder, Roger Ackroyd (al que gracias al "fantástico" título todos lo tenemos vigilado desde el principio, pero sin poder impedir el anunciado desenlace), su dueño es asesinado en una habitación cerrada, y nuestro protagonista empieza a investigar el crimen con su nuevo vecino extranjero, que resulta ser Hércules Poirot. Los lectores seguimos toda la investigación desde los ojos de Sheppard, que se siente vinculado al crimen porque estuvo hablando con la víctima en su despacho poco después de que muriese. Las únicas dos personas que vieron a Ackroyd después del narrador fueron Raymond, su secretario, que pasó cerca de la ventana y lo oyó discutir con alguien; y Flora Ackroyd, su sobrina, a la que el mayordomo vio en la puerta de la habitación de la víctima, porque, según la mujer, acababa de ir a darle las buenas noches.

Pero lo más desconcertante de todo son dos hechos: el primero, que Roger Ackroyd, en su conversación con Sheppard antes de morir, le contó que Mrs. Ferrars le había confesado poco antes de su muerte que alguien la estaba chantajeando por el asesinato de su marido y que ella temía por su vida, lo que lleva a pensar al protagonista y a Poirot que el asesino de ambos debe de ser el chantajista; y el segundo, la llamada que recibió Sheppard al llegar a su casa después de la reunión con Ackroyd. En esta alguien le decía "Roger Ackroyd acaba de ser asesinado en su despacho". El doctor, obviamente, regresó inmediatamente a la mansión y con ayuda del mayordomo, tiran la puerta abajo, descubriendo así en el interior de la habitación el cuerpo del millonario con una daga tunecina, sacada de la propia mansión, en su espalda. Cuando la policía registró la llamada, vio que provenía de la estación de trenes del pueblo. Esto hizo que las sospechas se dirigiesen a Ralph, el hijastro de la víctima. El pudo haber entrado al despacho por la ventana, matar a su padrastro para conseguir una importante herencia, volver a salir sin ser visto, y antes de huir en un tren, asegurarse de que se descubría el cadáver haciendo la llamada.

Tras una investigación en la que se descubren muchos secretos de los diferentes sospechosos, llegan los últimos capítulos, que son, sin duda, los mejores. En este momento Poirot empieza a revelar sus deducciones, de las cuales Sheppard (y por tanto, nosotros) no tiene mucha idea, ya que lo mejor de los libros de Agatha Christie es que nos dan las pistas (como que un vendedor de dictáfonos visitó la mansión la semana del incidente o un medallón conmemorativo de una pareja que Poirot y Sheppard encuentran en el jardín), pero Poirot se guarda para sí mismo lo más importante de todo hasta el final.


 ¡ATENCIÓN: SPOILERS DE LOS FINALES DE "EL ASESINATO DE ROGER                                  ACKROYD" Y "ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS"

Lo primero que descubrimos es que Flora Ackroyd no vio a la víctima antes de irse a dormir, como ella afirmaba. Hizo que salía del despacho cuando pasaba el mayordomo para que este no se diese cuenta de que ella venía del fondo del pasillo, habitación en la que más tarde, en la investigación, una criada se alerta de que han desaparecido 50 libras que guardaba. La sobrina de Ackroyd, entre sollozos, confiesa su robo, pero lo más importante de esto es que ya no existe la certeza de que el asesinato se cometió después de ese momento.

Después, Poirot encuentra a Ralph, al que Sheppard había escondido en un hospital porque no quería que lo detuviesen. James parece el único totalmente convencido de la inocencia del chico, ya que tiene oportunidad y motivo (al que además se suma que Poirot revela que el medallón era un regalo de Ralph a una criada que era su amante).

Llegan los últimos tres capítulos, Ya estamos ansiosos por descubrir quién mató a Roger Ackroyd, y parece que Poirot lo tiene claro. Después de leer el manuscrito de Sheppard en el que relata la investigación (emulando a Hastings, el acompañante habitual de Poirot), reúne a todas las personas relacionadas con el crimen y les explica lo ocurrido con el hijastro de la víctima. Después de esto, le llega un correo, y entonces afirma "Ya sé quién es el asesino y tengo pruebas. Si no lo confiesa ahora, mañana le escribiré a la policía contándoles todo". Los sospechosos están aterrados, pero nadie pronuncia una palabra.

- De acuerdo - dice Poirot -. Pueden irse ustedes, pero mi advertencia no es en vano. Pienso revelar todo a la policía.

Todos los presentes abandonan el piso de Poirot, pero Sheppard se queda, esperando que el detective le de alguna explicación, ya que cada vez él entiende menos.

Poirot entonces decide explicarle sus deducciones. Primero le explica que la voz que escuchó Raymond era una grabación que la víctima había dejado en un dictáfono, probablemente practicando para una reunión importante. El asesino lo había dejado en el despacho para conseguirse una coartada y, al entrar con los demás, lo había escondido rápidamente en un a bolsa, así que el asesino tenía que haber tenido la oportunidad de hacer eso y tendría que haber llevado un sin levantar sospechas, algo que solo alguien con la profesión adecuada podía hacer. Esto ya nos deja muy pocos candidatos, pero entonces llegamos al tema de la llamada. ¿Cómo pudo realizar la llamada el asesino desde la estación? No hay tiempo físico para llegar ahí. Es en ese momento cuando llega la mejor revelación de Poirot: sabemos que el Dr. Sheppard recibió una llamada de la estación de trenes al volver de la mansión de Roger Ackroyd, pero, ¿cómo sabemos que era para informar al doctor de la muerte de Ackroyd? Exacto, todo se reduce a la declaración de un testigo. Un testigo que cuya coartada queda eliminada tras descubrir la verdad de los testimonios de Flora y Raymond, que hicieron confundir a los investigadores de la hora del crimen. Un testigo que tenía una oportunidad, un maletín debido a su profesión y un motivo: silenciar a Ackroyd por el chantaje que le hacía a su paciente, Mrs. Ferrars. Un testigo que miente. Un chantajista. Un asesino. Un narrador que nos ha engañado a todos los lectores. El asesino de Roger Ackroyd es el Dr. James Sheppard, el protagonista de la obra.

El final de "Los Diez Negritos" es sorprendente, y "Asesinato en el Orient Express" también tiene un desenlace totalmente inesperado, pero no me cabe duda de que este es el mejor giro argumental que jamás escribió Agatha Christie. En "Asesinato en el Orient Express", todos los sospechosos son culpables, pero podía haber sido esa solución como podía haber sido cualquiera por sí mismo. Todos tenían la oportunidad y el motivo, y al llegar al final ningún culpable te sorprende. Además, no da esa sensación de que toda la obra está escrita para ese momento.

En "El Asesinato de Roger Ackroyd", la autora hace un uso sensacional de una técnica usada comúnmente en aquellas obras que tienen un giro de la trama muy agresivo, como es el caso de esta: el "foreshadowing", es decir, dejar entrever al lector esa gran revelación, pero sin que él se dé cuenta la primera vez que lo lee. En el último capítulo, una reflexión interna del narrador antes de suicidarse como le ha propuesto Poirot para que nadie sepa la verdad jamás, Sheppard nos expone varios ejemplos de cómo ha sido capaz de escribir su manuscrito (la novela que leemos es ese supuesto manuscrito del narrador, que él mismo confiesa que quería haber acabado con Poirot siendo incapaz de descubrirlo, de ahí que "El fracaso de Poirot" me parezca un título con mucho más sentido) sin mentir ni una sola vez, es más, dejando pistas de su crimen.

El tercer párrafo de la novela, tras haberse presentado el narrador y explicado que Mrs. Ferrars había sido encontrada muerta, es el siguiente: "En honor la verdad, diré que estaba muy inquieto y preocupado. No voy a pretender que preví entonces los acontecimientos de las semanas siguientes, pero mi instinto me avisaba de la proximidad de tiempos llenos de sobresaltos y sinsabores." En ese momento no nos lo podemos imaginar ni por asomo, pero Sheppard tiene claro que va a tener muchos problemas a raíz de su primer asesinato, teniendo probablemente que cometer un segundo. Otro ejemplo es cuando el protagonista llega a la escena del crimen y descubre el cuerpo junto a los otros sospechosos: "Hice lo poco que era preciso hacer" Es decir, guardar el dictáfono en su maletín.

Cuando está terminando su conversación con Ackroyd en su despacho, nos dice esto: "Habían entrado el correo a las nueve menos veinte. A las nueve menos diez le dejé con la carta todavía por leer. Vacilé con la mano en el picaporte, mirando atrás y preguntándome si olvidaba algo." Efectivamente, los lectores no nos preguntamos lo más importante, ¿qué ha pasado en esos diez minutos? Pues, como él mismo nos cuenta al final, había matado a Ackroyd y en ese momento sale de la habitación, no sin antes asegurarse de que el dictáfono está escondido preparado para sonar.
Incluso nos da una pista más cuando Poirot les dice a todos los sospechosos que cada uno de ellos le esconde algo. Todos bajan la mirada y el doctor no se molesta en ocultarnos que el tampoco puede evitarlo.

Agatha Christie popularizó con esta obra una técnica que gusta mucho a los lectores cuando está bien utilizada, pero que también es muy controversial, conocida en inglés como "Unreliable narrator", es decir, un narrador que no cuenta la historia como debería hacerlo, bien porque vea el mundo de manera diferente por algún motivo (alguna enfermedad, o el narrador es un niño) o nos está mintiendo/ocultando información. Aquí hay que decir que Christie nos brinda un personaje excepcional como es James Sheppard.

Poirot, en una conversación con James y su hermana, en la que ambos dicen que dudan que Ralph pueda ser el asesino, les hace pensar en una posibilidad. El detective les describe un hombre bueno, que no ha hecho nunca mal a nadie, pero que un día descubre que puede ganar mucho, muchísimo dinero sin apenas esfuerzo, un dinero que le vendría muy bien. Esto le llevaría a cometer un primer crimen (refiriéndose al chantaje), que más adelante habría sido necesario tapar con otro, y así sucesivamente. Los grandes criminales no es siempre gente que empezó asesinando u organizando un robo grande, sino que un crimen solo conlleva más y te lleva a una espiral de la que es imposible salir bien parado.

En este momento, los lectores creemos que Poirot nos está hablando de Ralph, pero si lo recordamos una vez terminada la novela nos damos cuenta de que es un retrato perfecto de el verdadero asesino. Sheppard es un hombre que no quiere ser un criminal y sabe que nunca debió chantajear a Mrs. Ferrars, pero no puede salir de la serie de crímenes. Se ve obligado a acabar con la vida de dos personas y de ocultar a todo el mundo por todos los medios sus asesinatos. Como tantos otros criminales, esta espiral acaba con un Sheppard muy diferente al que todos conocían; un asesino loco, que no duda en suicidarse como única manera de acabar con todo.

"Y entonces, ¿qué será? ¡Una dosis de veronal! Eso sería una especie de justicia poética. No es que acepte la responsabilidad de la muerte de Mrs. Ferrars. Fue la consecuencia directa de sus propias acciones. No tengo compasión por ella. ¡Tampoco la siento por mí! ¡Así pues, que sea veronal!"

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