La Barcelona del tardofranquismo y de la Transición quizá no hubiese sido la misma sin Bocaccio. Una mítica discoteca, en el subterráneo de la calle Muntaner 505, que fungió durante dos décadas como uno de los puntos de encuentro de la vida política, cultural y social de esos años en la capital catalana. La exposición Bocaccio, templo de la Gauche Divine casi la devuelve a la vida con dos centenares de objetos, fotografías y documentos originales del local fundado por Oriol Regàs, que mantuvo sus puertas abiertas de 1967 a 1985. La exhibición, comisariada por el periodista Toni Vall, fue presentada en un acto que copó las inmediaciones de la sala 4 del Palau Robert, donde se podrá visitar hasta el 13 de abril, en una propuesta que es un viaje por la “huella estética y conceptual” del club, según Vall. El periodista es autor también del libro Bocaccio. Donde pasaba todo (Destino / Columna, en catalán).
La puerta original de la discoteca, con la icónica letra B tallada en madera, fue prestada por un coleccionista privado y recibió a los visitantes en una sala que reproduce minuciosamente el interiorismo del local, proyectado por Xavier Regàs. El espacio está decorado con una moqueta granate y tapices un punto afrancesados y muestra objetos como invitaciones, copas e incluso un espejo de un lavabo. También, suenan de manera sutil canciones de bandas y músicos como Pink Floyd, Genesis o Lou Reed, en un repertorio musical similar al que se reproducía en un club donde acudían gentes y artistas liberales y de izquierdas. Un grupo selecto a quienes el periodista y escritor Joan de Sagarra bautizó como la gauche divine.
La muestra propone un recorrido por todo tipo de documentos que testimonian el legado del local por el que desfilaron personajes de toda condición intelectual, como el arquitecto y diseñador Oscar Tusquets, los fotógrafos Oriol Maspons e Isabel Steva, Colita, y el editor Jorge Herralde, entre muchísimos otros ilustres. Una de las musas de Bocaccio y, sin duda, su imagen indeleble era la actriz y modelo catalana Teresa Gimpera, quien no se perdió la inauguración y no pudo más que pararse frente al famoso retrato que le realizara Xavier Miserachs, donde posa tatuada con el logotipo de la discoteca. Al acto también asistieron asiduos del club social, entre ellos el escritor Enrique Vila-Matas, que trabajó como crítico de la revista que también editó Bocaccio.
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