16.11.20

Berta Ares "Ese famoso abismo llamado Enrique Vila-Matas "

Foto: Consuelo Bautista

Quien sin conocer a Enrique Vila-Matas se tope de frente con la portada de Ese famoso abismo, quedará a partes iguales fascinado y extrañado por el rostro que le mira. La impostura que el fabulador encarna es reflejo fiel de una vida consagrada a sumergirse en lo abisal de la imaginación. Considerado un "raro" en sus inicios, debido a una forma singular de entender la narrativa, hoy es uno de los escritores más excepcionales de la literatura en lengua castellana.


La periodista cultural Anna Maria Iglesia penetra con maestría en su universo narrativo y de referencias artísticas y literarias, junto a recuerdos y anécdotas personales del autor. Como la Alicia de Lewis Carroll se asoma y nos asoma a una de las mentes más fascinante de la literatura contemporánea. El resultado es una extraordinaria recopilación de conversaciones reunidas por la editorial WunderKammer (2020) en su, ya de culto, Colección áurea.

Felicidades por el libro, ¿ha sido fácil conversar con Vila-Matas?

Sólo puede decir que ha sido un lujo trabajar con él. Ha sido muy fácil y además nos hemos acompañado en pleno confinamiento con este trabajo. No hubo encuentros presenciales, todo se ha realizado a través del correo electrónico.

¡Qué suerte levantarte por la mañana y encontrarte con un correo suyo!

¡Desde luego! Correos y también llamadas, fue algo muy bonito porque, como nos ha sucedido a muchos, el confinamiento ha sido especialmente difícil. Estas conversaciones han resultado ser un placer intelectual y una compañía determinante en momentos tan complicados. Enrique ha sido muy generoso.

Para empezar, es una conversación entre una periodista cultural y un escritor consagrado con una diferencia de edad de casi cuarenta años. Eso es casi una declaración de intenciones.

¡Lo es! Leo a Vila-Matas desde hace muchísimos años, en parte gracias a mi profesora de literatura, Paula Massot, que me lo dio a conocer. La idea con estas conversaciones es la de confrontar esas lecturas teniendo en cuenta la diferencia generacional, porque así se da otra perspectiva diferente. Sobre todo, porque no es una lectura que se realice de forma lineal a medida que él publica, sino que cuando yo le leo ya ha publicado mucha de su obra y es un autor consagrado, lo que resulta en una lectura marcha atrás, pero con la mirada contemporánea. Además, no compartimos el mismo tiempo histórico y cultural, el tiempo de vida, y eso es importante porque la mirada es diferente.

El gesto de tu profesora dice mucho de la importancia de este gremio a la hora de hacer lectores.

Sin duda. Si yo comencé a leer aquel verano que marcará mi vida fue porque ella me estimuló a leer, incluso cosas que yo mismo no entendía, como Pedro Páramo de Juan Rulfo, y me decía "¡No importa, sigue adelante!". Había cosas que se me escapaban, escenarios que no conocía, o referencias culturales completamente ignotas, pero ella siempre me animaba a continuar. 

Y por su puesto a leer más allá de las lecturas obligatorias, que muchas veces pueden tener el efecto contrario… Paula Massot también me dio a conocer a Vila-Matas, su marido, y me regaló un libro suyo de la biblioteca de la casa de ambos. Historia abreviada de la literatura portátil. Ese fue el primer libro que leí de él. Aunque me lo dio ella, me dijo que la elección vino de ambos, de Paula y Enrique.

¿Por qué precisamente Historia abreviada de la literatura portátil?

Nunca supe exactamente por qué, pero sí te puedo decir que en su día me entusiasmó y hoy me sigue interesando mucho porque abre cantidad de puertas. Es un libro difícil de catalogar. Algunos textos se pueden leer como relatos, o como ensayos. Conmigo logró que yo diera ese paso de dejar de ser una lectora de libros más inocentes -literatura más fácil o más juvenil- y pasara a ser una lectora más adulta. 

El libro da mucho que pensar. Posteriormente he vuelto a él y he encontrado numerosas referencias e incluso líneas de indagación de preguntas que él mismo formula, como la muerte de la literatura, que hace que el lector también se las haga y reflexione. Uno de los objetivos de Ese famoso abismo es interesar a los que ya conocen su obra, pero también que sea una invitación para aquellos que aún no le han leído.

Da la impresión de que hay compenetración, de que lleváis tiempo conversando.

Sí. Yo ya lo había entrevistado varias veces, la primera vez para Revista de Letras, precisamente. A partir de entonces hemos tenido varias conversaciones y encuentros, generalmente en la librería +Bernat, que sirvieron para intercambiar ideas. Diría que esta afinidad entre ambos comenzó a ser más evidente a partir de que me pidiera que presentara su libro Mac y su contratiempo y, sobre todo, cuando me propuso moderar la conversación entre él y Gonçalo Tavares, en el CCCB. Supongo que aprecia el modo en el que leo su obra, así como la perspectiva que yo le puedo dar y se animó a participar en este proyecto en el que ha sido fundamental que ambos nos sintiéramos cómodos. Yo también he ido liberándome de los miedos iniciales de compartir con él mis lecturas sobre su trabajo. En estas conversaciones encontramos muchos puntos en común sobre los que pudimos conversar.

Viendo la cantidad de referencias literarias que manejáis me pregunto cómo tendrá ordenada su biblioteca…

Nunca he estado en la casa en la que vive ahora. Me imagino su biblioteca caótica, pero un caos con un orden interior hecho de conexiones que sólo él comprende. Desde luego no por géneros ni por divisiones nacionales, sino por un orden interior que él tiene claro y que tiene que ver con su propio imaginario. Yo creo que encontraríamos en la misma repisa a Pynchon, Nabokov, Dalí, a quien él reivindica mucho como escritor… una mezcla de este tipo.

¿Por dónde empezar a leer a Vila-Matas?, ¿quizá por el Chet Baker que junto a estas conversaciones publica WunderKammer?

Chet Baker, obra que en Francia tuvo un gran eco, resume muy bien su trayectoria. Es un autorretrato literario y resume muy bien el universo vilamatiano. Se puede leer perfectamente para introducirse en su mundo literario, o, si ya se le conoce, permite entender muchas de sus claves. En cuanto a sus novelas y libros, para quien nunca le ha leído, recomiendo comenzar por París no se acaba nunca, que es más ligero y ameno, aunque tiene más de una capa de lectura. También se podría empezar por Bartleby y compañía, pero para comprender del todo esta novela hay que leer primero Historia abreviada de la literatura portátil, y desde luego Impostura, una de sus primeras novelas y donde está en gran medida el origen de su concepción de la literatura y de las líneas temáticas que desarrollaría posteriormente. Sin Bartleby, sin Historia abreviada y sin Impostura es difícil comprender lo que viene después.

Sobre Impostura dedica el crítico Jordi Llovet las siguientes palabras en La Vanguardia, en mayo de 1984: "Impostura se convierte al fin en una especie de ritual, en una misa ciertamente negra en la que no sólo asistimos al asesinato de la ficción, sino también al de aquella entidad supuesta rectora del juego literario, vaivén entre mentira y verdad: el narrador mismo. Terminada la celebración, no le queda al lector más remedio que iniciar y multiplicar la producción de lo ficticio: inventar una personalidad posible para el escritor mismo. 

Y, por supuesto, no fiarse ya nunca más de la personalidad propia, si la hubiera. Contra la teología que preside, por analogía, la construcción de los perfectos mundos novelados del siglo XIX, Vila-Matas parece proponer una sólida herejía cuya única liturgia pasaría por sus libros. He aquí, en el caso de Impostura un libro lleno de maldad que, por lo menos, ofrece al lector la posibilidad de una sutil venganza contra el hechicero: imaginar al autor atrapado en la red de las resonancias que destila la lectura misma".

Teniendo en cuenta las categorías de la novela que Milan Kundera propone como 'llamada del juego', 'llamada del sueño', 'llamada del pensamiento' y 'llamada del tiempo'. ¿Dónde situarías la novela vilamatiana?

Él se sitúa en la llamada del juego, pero también aparece mucho el elemento sueño en su trabajo. Ese sueño con lo que tiene de realidad e irrealidad. Su novela está mucho en esta frontera. Creo que su literatura tiene este concepto lúdico de ligereza. Por esto diría que la novela vilamatiana podría pertenecer a una nueva categoría a la que llamaría del duermevela, porque está en esa frontera entre ficción y realidad, o sueño despierto.

¿Sigue siendo Vila-Matas un "raro"?

Lo que ha cambiado en determinados círculos es que la rareza de la originalidad de Vila-Matas ya no es tanta, gracias también a la literatura que ha llegado de fuera de España. A finales de siglo XX, Vila-Matas podía resultar raro para el lector español, pero no desde luego para el lector de literatura latinoamericana o francesa. La apertura que trajo el mercado editorial con obras que venían de fuera ha sido determinante para comprenderle mejor.

¿En qué escritores y escritoras actuales encuentras algo de la postura vilamatiana, en el sentido de romper todo molde establecido?

Hay autores muy interesantes, con voz original y auténtica y que de alguna manera abren un nuevo nicho de obra de autor, sin moldes existentes, como en su día hizo él. Pienso en Miguel Ángel Hernández, que en gran medida sigue a Vila-Matas, él mismo lo ha declarado, también por su forma de pensar el arte. Pero entre aquellos que sin ser Vila-Matas de alguna manera me lo recuerdan están Rubén Martín Giráldez, Pablo Martín Sánchez, Vicente Luis Mora o Fernández Mallo. 

Por otro lado, pensado en autoras, alguien que está haciendo una literatura muy coherente e interesante y de hibridación y que no tiene nada que ver con Vila-Matas, sino que más bien está en las antípodas, es Marta Sanz, muy original y auténtica. Para mí, es una de las autoras más destacadas actualmente, sobre todo dentro de lo que podríamos denominar la literatura política. Otras escritoras de aquí que citaría serían, sin duda, Cristina Morales y Alicia Kopf. 

Asimismo, destacaría la primera novela de Andrea Abreu, una escritora canaria que no se parece a nadie. Si miro más allá de estas fronteras, me quedo, sin lugar a dudas con Patricio Pron, Pablo Katchadjian, Alejandro Zambra, Valeria Luiselli, Nona Fernández, Mariana Enríquez, Daniel Guebel o Mónica Ojeda, cuyo libro de relatos Las voladoras es extraordinario. Dicho de otra manera, son muchos escritores los que dan una vuelta de tuerca a la literatura. Mira por ejemplo lo que hace María Sánchez con respecto a la llamada literatura rural, recupera una tradición para romperla desde dentro.

¿Con quién repetirías esta experiencia, también en el sentido de que te obligaría a inundarte en toda su obra?

El universo de Cristina Fernández-Cubas me parece muy interesante y creo que se podría dar una conversación extraordinaria con ella, además para este tipo de conversación es necesario que tengan años de consagración, así que quizá repetiría experiencia con ella. Por su literatura, el ambiente que crea… permitiría una conversación rica, profunda e interesante. Y Rodrigo Fresán dentro de unos años, porque tiene un enorme universo propio, es uno de esos autores que comentábamos antes que rompe moldes.

En vuestra conversación se aprecia ese Enrique Vila-matas irónico que tanto nos gusta a sus lectores. Esa ironía que siempre es un juego de distancias, de realidad e irrealidad.

Creo que la de Vila-Matas es una cercanía distante, propia de los grandes tímidos, cuya apariencia es de gran seriedad, pero luego resultan muy cercanos. Creo que con estas conversaciones he trascendido del escritor a la persona. En cuanto a la ironía, los dos hemos cuidado que esa distancia no acabara en malas interpretaciones, y a veces nos llamábamos para prevenir algún malentendido por una pregunta o una respuesta. El retrato que aquí queda, en estas conversaciones, es el de un escritor con un universo propio. No hay espacio para la crítica prosaica ni el cotilleo editorial. Vila-Matas es, tal como lo refleja, pura literatura.

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