Plano de la casa de los Samsa, que está inspirada en la de los Kafka
Solo se conserva una carta de un lector a Franz Kafka, y no se trató de ninguna broma, como se podría pensar. El lector se llamaba Siegfried Wolff, trabajó como redactor de Economía en un periódico y más tarde como consejero de administración en varios bancos de Berlín. «Muy estimado señor: Me ha hecho usted un desgraciado –le escribió Wolff–. Compré su 'Transformación' y se la regalé a mi prima. Pero no consiguió encontrarle sentido a la historia».
Lo que sí se puede acreditar es que la vivienda del relato está inspirada en el hogar familiar. La distribución es la misma: la habitación del escritor es la de Gregor Samsa, el protagonista que se transforma en un escarabajo; el dormitorio de los padres es el de la hermana Grete, y la habitación en la que vivían las hermanas de Kafka sería el dormitorio del matrimonio Samsa. El edificio fue destruido hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. En su lugar está hoy el Hotel Intercontinental.
Kafka trabajó en su cuento más universal desde el 17 de noviembre hasta el 7 de diciembre de 1912, coincidiendo con la publicación de su primera compilación, 'Contemplación', del que se imprimieron 800 ejemplares con un precio de venta de cuatro marcos y medio. Así lo anunció su editorial en el periódico del gremio de editores: «Para cuantos siguen la evolución de nuestros jóvenes escritores hace ya tiempo que Franz Kafka es conocido por sus novelas breves y sus bocetos, aparecidos en 'Hyperion' y otras revistas. Su compulsiva tendencia a pulir una y otra vez sus piezas literarias le había evitado hasta hoy publicar ningún libro. Nos complace anunciar la publicación de la primera obra de este espíritu refinado y culto».
Del libro solo se vendieron 258 ejemplares el primer año, 102 el segundo y 69 el tercero. En 1924, año en que murió Kafka, ya estaba descatalogado. Si bien es cierto que Kafka no disfrutó del éxito literario en vida, no era ningún desconocido, como demuestran las referencias en los periódicos, las traducciones que hizo de sus textos Milena Jesenská –la amante de 'Cartas a Milena'– o que en 1915, al otorgarse el Premio Fontane al mejor escritor de ficción que otorgaba la Protección de los Escritores Alemanes, se llevara los ochocientos marcos del galardón pese a que este recayera en Carl Sternheim.
Un siglo después de la muerte del autor de 'El proceso' o 'El castillo', su vida sigue envuelta en todo tipo de misterios. ¿Qué tipo de bicho raro había sido capaz de producir una obra tan angustiosa? ¿Por qué, ante su inminente muerte, ordenó destruir todos sus manuscritos? A estas preguntas intentó responder Reiner Stach (Rochlitz, Sajona, 1951) en una monumental biografía de más de dos mil páginas, el resultado de un trabajo de toda una década que ha plasmado en un nuevo libro: ' ¿Éste es Kafka? 99 hallazgos ' (Acantilado, 2021. A la venta el 7 de abril).
Sin ser tan exhaustivo como en la biografía, pero sí igual de riguroso por las fuentes consultadas –diarios y correspondencia de Kafka, textos de sus allegados, fotografías, referencias de periódicos...– Stach esclarece desde 99 anécdotas el cliché de bicho raro. Sí, Kafka era antivacunas, se llevaba mal con los avances de la medicina e indudablemente tenía un espíritu atormentado; se lo jugó todo a la carta de la literatura sin nunca llegar a recoger los frutos, pero más allá de esa vida «constreñida», con pocos amigos y sin relaciones eróticas satisfactorias, había un tipo que caía bien a todo el mundo.
«Era amigable, solícito y encantador en el trato cotidiano con las personas, escuchaba con interés y, a la vez, era absolutamente discreto. Además, sus ingeniosos comentarios autoparódicos evitaban que nadie lo tuviera por un competidor en el campo intelectual o en el erótico», escribe Stach. A Kafka también le daban miedo los ratones, también se emocionaba leyendo, y también, como la mayoría de los varones burgueses de la época, iba a burdeles: «La última visita documentada de Kafka a un burdel en enero de 1922 la describió en su diario como un acto compulsivo».
Hay más anécdotas en '¿Éste es Kafka?', como el día en que él y Max Brod, su amigo y albacea, perdieron todo su dinero en el casino o su racanería cuando le pedían donativos, y también hay hallazgos más relevantes para entender su obra como que antes de la 'Carta al padre', «una de las más impresionantes y paradigmáticas confrontaciones entre padre e hijo», hubo otros dos esbozos, el primero de ellos dirigido a padre y madre, con un tono mucho más defensivo que el de la carta terminada.
Stach apunta además que Milena Jesenská, con quien mantuvo un romance imposible, fue la primera en traducir un relato de Kafka –'El fogonero'– a una lengua extranjera. Milena se refirió a él en algunas cartas de manera cariñosa como Frank, algo que él llevó con agrado. «'Franz' representaba el pasado, 'Frank' las nuevas posibilidades de vida gracias a la relación con Milena».
Tras morir por una tuberculosis cuya gravedad ocultó a sus padres casi hasta el final, Milena escribió una necrológica ejemplar: «Este hombre depositó sobre su enfermedad todo el peso de su angustia espiritual. Era tímido, angustiado, sereno y bueno, pero escribió libros terribles y dolorosos. Veía el mundo poblado de demonios invisibles que aniquilaban a las personas indefensas. Era demasiado clarividente, demasiado sabio para vivir, y demasiado débil para luchar, pero su debilidad era la de las almas nobles y bellas que evitan luchar contra el miedo, los malentendidos, el desamor y la mentira intelectual porque saben de antemano que son impotentes y se someten a la derrota para avergonzar a los vencedores».
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