15.4.14

Fiodor Dostoyevski "El jugador"


El jugador, novela corta largamente meditada por Dostoievski y escrita en sólo un mes, es una lúcida y dolorida reflexión sobre el carácter ruso. Alexei, el protagonista, es el preceptor (pobre, noble y honrado) de la familia del general Zargoryansky. Está enamorado de su hijastra Polina, pero no se atreve a confesar sus sentimientos. La catástrofe se produce cuando la tía del general pierde su fortuna en el casino en pocas horas y Zargoryansky ve alejarse sus esperanzas de heredar, quedando sumido en la desesperación.
Alexei juega compulsivamente a la ruleta y gana una fortuna, que luego pierde con la misma indiferencia con que amontona los billetes sobre el verde tapete. El preceptor, como Ralskolnikov y otros personajes presentes en otras obras de Dostoievski, no controla sus emociones.

«Si pudiera dominarme durante una hora, sería capaz de cambiar mi destino», piensa mientras resuelve acudir al casino. Es muy conocido que el escritor ruso sentía una irrefrenable pasión por el juego, que le condujo a contraer elevadas deudas y le obligó a abandonar su país, por miedo a la cárcel.

El jugador tiene un cierto trasunto biográfico tanto por esta afición como por el amor frustrado del general por Blanche de Cominges, que describe probablemente los sentimientos frustrados del autor por su ex amante, Apolinaria Suslova, que le había abandonado tres años antes.

Pero esta magistral y brillante narración de Dostoievski es mucho más que un retrato de la pasión por el juego, como pretendía explícitamente el escritor ruso. La obra arroja una penetrante mirada sobre las interioridades del carácter ruso, contrapuesto al francés y al alemán, encarnados por dos personajes: De Grillet, un cínico e implacable prestamista, y Astley, un próspero y generoso millonario.

El general vive por encima de sus posibilidades una engañosa vida de fastos y lujo. La tía, rica e inconsciente, fustiga el comportamiento de su sobrino pero pierde su fortuna en la ruleta. Alexei siente un profundo complejo de inferioridad y busca en el juego un rápido enriquecimiento para consquistar a Polina. 

Los tres personajes son profundamente fatalistas y piensan en un golpe de fortuna para salvar sus vidas. Pero finalmente las cosas se tuercen y los tres pierden sus esperanzas de ver realizados sus sueños. Ante el fracaso, se sumen en una indeferente aceptación del destino, que aceptan como una liberación. Dostoievski no realiza un juicio moral sobre las conductas de sus personajes.

Los describe y los comprende. Y, en cierta manera, los justifica porque son como él: nada se puede contra la mala suerte, una filosofía hondamente arraigada en el pueblo ruso. Las clases sociales son inamovibles, el carácter personal no se puede cambiar, los individuos están determinados por los acontecimientos, el azar juega un papel esencial en la vida humana. Estas son las convicciones del pesimista que era Dostoievski, que
saca de su propio dolor la fuente de su inspiración literaria


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