15.9.17

Antoni Mateu.King Crimson "Beat" 1982


Un disco de canciones, cuya música aparece firmada por King Crimson y las letras por Adrian Belew, y que entronca, desde el mismo título del álbum hasta en los títulos de las canciones, con la generación beat. De algún modo es un disco más osado (otro tanto intelectualizado) que Discipline: si en los dos hay un concepto global presente, en el primero es algo muy pétreo, muy monolineal; en el segundo, en Beat, se tocan más teclas. Veámoslo.

Un disco preparado concienzudamente, quizá demasiado, con pretensiones de gustar, pero —evidentemente— alejado de la comercialidad, pero es lo más comercial de esta época ( y quizá de todas). Como muestra un botón: Heartbeat, casi rock estándar, o Two Hands, una balada absolutamente ideal, o la canción que abre el disco, Neal and Jack and Me. Pero nada más.

Globalmente, Beat continúa el camino mostrado en Discipline, en el que se distingue por encima de todo la maestría de los cuatro individuos con sus instrumentos. Tanto da que sea Fripp con su fraseo digital, Belew con sus monstruosidades a la guitarra, Levin demostrando que el stick era algo más que una moda, y Bruford que una vez más sienta cátedra con sus baquetas (parece que pasa desapercibido pero siempre está presente). 

Para muestra, hitos como Sartori in Tangier, Waiting Man, Neurotica, Requiem y, por extraño que parezca, The Howler: la típica canción de King Crimson que pasa sin pena ni gloria perdida en medio de piezas monstruosas, pocos oyentes recaen en ella a las primeras de cambio, a pesar de su interés y de su potencia: me recuerda a The Mincer, en Starless and Bible Black: una composición como aquellas esculturas que hizo un buen día Miguel Ángel: que esculpía el bloques de mármol y dejaba la pieza a “medio terminar”, con la figura humana a medio surgir del bloque, simplemente porque lo sentía así.

Las cuatro piezas mencionadas son los mojones en este álbum: Sartori in Tangier retoma el camino de The Sheltering Sky, pero con un desarrollo más rápido y más centrado en parecer una canción; Waiting Man (con esta pieza abrieron conciertos de esta época: con los miembros entrando uno a uno en el escenario) es otro paradigma de la investigación rítmica de esta etapa y de la increíble potencia de la percusión; Neurotica muestra el lado paranoico del grupo, convirtiendo brutalidades como ésta en signos de identidad de King Crimson en un momento en que el pop y el rock se disfrazaban con glamour y sintetizadores saltarines; y, al fin, Requiem: la pieza que definitivamente define esta tercera época de la formación: un desarrollo larguísimo, una composición que deja sin aliento; Fripp con su guitarra y con todos los efectos posibles; Belew que parece que no esté, a la sombra de Fripp; Levin marcando y sentenciando con el bajo como nunca; y Bruford que está en su mejor momento. Una pieza como ésta son las que hacen que un disco sea imprescindible.

Y quizá Beat no sea un disco totalmente imprescindible, perdido entre la redonda perfección de Discipline y el extraño manjar que será Three of a Perfect Pair. Pero Beat es, sin lugar a dudas, un disco a medio camino del amor y del odio, preparado para agradar/atraer al gran público pero con algunas piezas que son ambrosías para cerdos; es decir, imposibles de que las deguste quien no esté acostumbrado al sonido King Crimson.

Antoni Mateu 2000

"Neal and Jack and Me" – 4:22
"Heartbeat" – 3:54
"Sartori in Tangier" – 3:54
"Waiting Man" – 4:27
"Neurotica" – 4:48
"Two Hands" (letras de Adrian y Margaret Belew; música de A. Belew, Bruford, Fripp, y Levin) – 3:23
"The Howler" – 4:13
"Requiem" – 6:48

Personal[editar]
Robert Fripp – guitarra, órgano y Frippertronics
Adrian Belew – guitarra y voz
Tony Levin – bajo, Chapman stick y voz
Bill Bruford – batería

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