9.4.14

Antoni Mateu. King Crimson "Discipline" 1981


La sorpresa que nos llevamos cuando supimos que King Crimson daba fin a un interregno de siete años (¡dos años más que toda su misma vida!) y volvía a las andadas. Nuestros sentimientos se dividieron: por una parte, evidentemente contentos de saber que podríamos, por fin y por extraño que pareciera, vivir junto a al grupo, a su lado, viendo editados sus discos cuando salían publicados; pero, por otra parte, el misterio, el hechizo, el misticismo y el mito por los suelos: no podríamos paladear sus discos como se merecen: cualquier disco de King Crimson debe ser comprado cuando sale al mercado, pero debe ser gustado y paladeado como un tinto de crianza: debe envejecer en las estanterías.
Así pues, en el otoño de 1981 nos encontramos con Discipline. Dos datos a tener en cuenta: 1) el grupo se debería haber llamado así, Discipline, pero Bryan Ferry le espetó a Fripp que el concepto musical y la energía del grupo eran semejantes a la de King Crimson, y que, por lo tanto, debería retomar el nombre: Fripp no se hizo rogar; 2) en la contraportada del álbum se lee: “La disciplina nunca es un fin en sí misma, sólo una forma de conseguir un fin”. Deliciosa sentencia que resume el concepto global del disco.

El disco más perfecto. El más redondo. El más entero. Una maquinaria de relojería funcionando como debe. Aún recuerdo la tienda de discos a la que acudía por aquella época. La dueña alucinaba con él: una vez un cliente le dijo que quería un disco para regalar con el rock más moderno, vanguardista y actual; evidentemente, Discipline fue su elección.

Discipline es el álbum para oír hasta agotarlo y agotarse. Cuando salió al mercado, nadie en su sano juicio, tras escucharlo, tenía palabras para describirlo. Como mucho, la influencia de Talking Heads (con los que había colaborado tanto Fripp como Belew), pero nada más.

El papel de Fripp en el grupo se reduce a ser uno más, por primera vez junto a otro guitarrista, y dos músicos más. Cuatro músicos, pues, disciplinados, siguiendo una línea común, pero a partir de ahí desarrollando todas sus virtudes (que eran muchas) como instrumentistas.

Las siete canciones son siete monumentos. Cada una destaca por alguna de sus virtudes: la perfección de la base rítmica, los fraseos del par de guitarras, las osadías instrumentales, el brutal minimalismo, el tecnicismo al servicio de la música...

Siete cortes que no daban respiro: la guitarra animadamente animal de Elephant Talk, la aparente trivialidad de Frame by Frame y Matte Kudasai, la grandiosa improvisación que es Indiscipline (creo que es uno de los hitos de esta tercera etapa y que hay seguidores que coleccionan versiones de este tema, el más salvaje del grupo y que muestra la antítesis del concepto del álbum: la otra cara de la moneda, y no es la cruz), la imposible destreza y virtuosismo instrumental de Thela Hun Ginjeet, la misma imposible destreza y virtuosismo instrumental de The Sheltering Sky pero explotada desde la vertiente más cadenciosa, y la insuperable perfección minimalista de Discipline.

Discipline es uno de los discos que mejor resume qué suele pasar con los álbumes del grupo: se conocen de pe a pa, cuesta volverlos a escuchar, pero cada vez que los escuchas te asombras de nuevo y no puedes creer de qué es capaz (aún) King Crimson

Antoni Mateu 2000

A
"Elephant Talk" (4:43)
"Frame by Frame" (5:09)
"Matte Kudasai" (3:47)
"Indiscipline" (4:33)
 B
"Thela Hun Ginjeet" (6:26)
"The Sheltering Sky" (8:22)
"Discipline" (5:13)
"Matte Kudasai" (Versión alternativa) (3:50) [Bonus track]


Robert Fripp - guitarra
Adrian Belew - guitarra y voz
Tony Levin - bajo, Chapman stick y voz
Bill Bruford - batería y percusión



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