13.4.14

Thomas Pynchon "La subasta del lote 49"


El disparo de salida de La subasta del lote 49 consiste en la designación de Edipa Maas como albacea testamentaria de un examante que se ha hecho rico con el tiempo. Edipa no es más que un ama de casa, recién llegada de su reunión de tupperware semanal, pero no se amilana por nada. Abandona a su marido y se va a cumplir sus funciones de albacea sin siquiera sospechar que éstas la introducirán en una compleja trama de conspiraciones norteamericanas y europeas con varios siglos de historia.

El descubrimiento, y posterior obsesión, de un símbolo dibujado en la puerta de un lavabo público conduce a Edipa a preguntarse por ciertos interrogantes relacionados con la subasta. Conocerá así la existencia de Tristero, una agencia de correos clandestina que ya en siglos pasados resultó clave en guerras europeas y cuyas claves se relacionan con diferentes versiones de una misma obra de teatro.


Thomas Pynchon es, según dicen algunos, el mejor escritor norteamericano vivo. Para deshonra de Philip Roth. Sea como fuere, sobre lo que todo el mundo está de acuerdo es que, además de ser uno de los grandes de la literatura norteamericana, también es el escritor estadounidense vivo más misterioso. Y decimos vivo porque ya murió J.D. Salinger.

De él no se sabe absolutamente nada. Tan sólo un par de fotografías de cuando era joven y el dato de que asistió a clase del gran Vladimir Nabokov. Aunque él no lo recordaba. Jamás se le ha visto, por tanto, en ningún acto de promoción de sus libros. Jamás concede entrevistas -salvo aquella telefónica a la que accedió por lo que se podría considerar un chantaje.

Cuando recibió el National Book Award no sólo no fue a recoger el premio, sino que envió en su lugar a un payaso profesional. De él se dicen muchas cosas pero sólo dos son ciertas, aunque yo dudo de una de ellas:
que participó en dos capítulos de Los Simpson y que yo no soy Thomas Pynchon.

 

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