24.12.20

Máquina! "Why?" 1970.Un reloj sobre un cruasán: así nació el rock progresivo en España


Un álbum de una simetría que amedrenta cortada al ras como el croissant de la portada. ¿El tiempo manda? Tal vez por eso cercenan en dos la sinfonía de 24 minutos, "Why?". Podía haber ocupado una cara, pero tenía que ser el corazón y los pulmones de un disco que cuenta con una introducción y una coda convencionales (en minutaje) para ayudar al oyente a despegar y a aterrizar. Simetría que compensa, simetría brutal.

Y esa simetría estructural se traduce en un equilibrio prodigioso entre los teclados sacros y los que reverberan fuzz y disonancia; entre el infierno wah-wah de las guitarras y las líneas estructuradas de bajo; entre las baterías desbocadas y el swing ligero; entre el rock sinfónico y el más crudo; entre la improvisación jazzística y la vuelta al tema principal al final de la pieza tan típico de ese estilo. Un croissant para el desayuno, el almuerzo y la cena. Un croissant para parar el tiempo durante 32 minutos de gloria. 32 minutos de delicioso equilibrio inestable. 32 minutos de ¿intervención divina?

1. I Believe (4 :11)
2. Why? (11:52)
3. Why? (continuacion) (12:58)
4. Let Me Be Born (3:03)
Bonus tracks
5. Earth’s Daughter (4:37)
6. Look Away Our Hapiness (4:09)

Enric Herrera (keyboards), Jordi Batiste (vocals, flute, bass), Luigi Cabanach (guitars, bass, vocals, 1969-71), Santiago Garcia 'Jackie' (drums, 1969), Joan Maria Vilaseca (drums, 1969-71), Josep Maria Paris (guitars 1970), Carlos Avalone (trumpet, 1971), Ricard Solís (trombone, 1971), Salvador Font (drums, 1971-72), Carles Benavent (bass, 1971-72), Emili Baleriola (guitars, 1971-72), Teddy Raster (vocals, 1971), Joan Mena (saxophone, 1971), Ramon Mora (trumpet, 1971), Peter Roar (saxophone, 1971-72), Hubert Hillberguer (trumpet, 1972)


Un reloj sobre un cruasán: así nació el rock progresivo en España

32 minutos repartidos en tres cortes grabados en primera toma y un reloj sobre un cruasán. Así fue cómo los barceloneses Màquina! pusieron, casi sin saberlo, la primera piedra del rock progresivo en España. En otoño de 1970 lanzaban su primer largo, el pionero y experimental 'Why?' que, pese a este distintivo, ha caído en el olvido, más allá de círculos de melómanos y entendidos del género. Medio siglo después, Jordi Batiste (voz y bajo) y Enric Herrera (teclados), fundadores de la banda, atienden a El Confidencial durante más de una hora para conmemorar el aniversario de aquel LP.

A finales de los 60, Batiste y Herrera se buscaban la vida como músicos de acompañamiento, tocando o grabando con unos y con otros. Así fue como llegaron al Grup de Folk, banda en la que se conocieron: el primero se encargaba del bajo y el segundo de los teclados. Si bien Batiste venía de hacer pop rock, siempre en catalán, su compañero había estado un par de años haciendo giras fuera de España. “No tenía trabajo y unos amigos me lo ofrecieron, pero no tenía bagaje de folk”, reconoce Herrera mientras que el bajista agrega que “el nexo entre los dos era Jaume Sisa, que conocía a ambos”. Acabaron montando La Compañía SL para acompañar al cantautor, con el que Herrera había estado en sus giras europeas.

"Queríamos hacer un grupo para hacer la música que nos gustaba, que luego se llamó progresiva, pero nosotros ni lo sabíamos"

De algún modo, aquel fue el embrión de Màquina!: “Queríamos hacer un grupo para hacer la música que nos gustaba, que luego se llamó progresiva, pero nosotros ni lo sabíamos ni nos interesaba ninguna etiqueta. Era música libre que nos permitiera improvisar y expresarnos de una manera libre, sin canciones que tuvieran la típica estructura”. Entre sus referentes, los fundadores de la banda destacan especialmente a Brian Auger and The Trinity. “Su música consistía en una base de bajo, órgano y batería que iban desarrollando; un poco como pasa en el jazz pero con una estructura de blues”, comenta Batiste, que explica que pese a no tener “unas ideas musicales no muy coincidentes” con Herrera, sí que sabían que lo que querían “iba más allá de la música comercial que se estaba haciendo en aquel momento en España, como Los Diablos o Fórmula V; era un concepto de cultura más abierto”.

De hecho, cuando alcanzaron cierto reconocimiento, rechazaron una oferta del mismísimo Alain Milhaud, productor y mánager de moda en la España de los 60. “Él era el inventor de Los Bravos y lo que tocaba se convertía en oro. Un día apareció en el hotel en el que estábamos para ficharnos. Otros se hubieran vuelto locos con una oferta así pero, ante su estupor, le dijimos que ni hablar, que teníamos nuestro propio estilo. Se debió quedar un poco sorprendido, pero nos imaginábamos lo que iba a pasar si nos cogía un productor como él, un tío que fabricaba grupos”, desarrolla Batiste para poner un ejemplo cristalino: “En 'Black is Black' no toca ninguno de Los Bravos, ¡es Jimmy Page!”.

Aunque había habido incursiones en el rock instrumental, como Los Pekenikes, en España apenas se había explorado esa vertiente ‘progresiva’, entonces incipiente. Había excepciones. “Smash, Màquina y Música Dispersa no son ninguna broma. Son pilares serios desde los que se puede arrancar”, escribía Vázquez Montalbán en un artículo para Triunfo en febrero de 1971. A todas luces, se pasó de optimista: “Si pensamos que la música pop de la juventud española de los años sesenta nacía en el Dúo Dinámico y que su influencia no ha desaparecido a pesar de la brutal evidencia de los Beatles, habrá que ser optimistas de cara a la evolución de nuestra música progresiva, que tiene plataformas iniciales mucho más presentables”. 

Es cierto que años más tarde llegaron bandas -por ejemplo, los primeros Leño- influidas por este tipo de música, pero no llegó a existir una conexión entre las corrientes que se desarrollaron durante el franquismo y las que llegaron después, tal y como ocurrió en otros géneros. “Hay muchos libros en los que parece que la música pop rock en España empezó con la Movida madrileña. He leído cosas que me parecían increíbles porque los que estuvimos haciendo cosas en los 60 no contábamos nada”, explicaba Ramón Arcusa, del Dúo Dinámico, en una entrevista reciente con este periódico.

“¡Vamos a emporrarnos!”
Pero todo eso fue un poco más tarde. Antes tuvieron que buscar al resto de componentes para la banda. No recuerdan cómo, pero apareció en el local de ensayo “un tío que se hacía llamar Jackie [Santiago García] e iba con un amigo que tocaba la guitarra, un rubito de ojos azules, Luigi Cabanach”. “Nos quedamos con todo el pack”, cuentan los de Màquina!, que en aquel momento ensayaban en una fábrica de cartón. Poco después, García dejaba el grupo y en su lugar entraba Josep María Vilaseca.

Herrera, el único con formación de conservatorio -los demás eran autodidactas-, era quien le ponía el “esqueleto” a las canciones, dando con la base armónica y rítmica a la que después se incorporaba el resto. “Yo con el bajo hacía lo que me daba la gana y Enric me orientaba”, rememora Batiste. “Supongo que se usó la etiqueta ‘progresivo’ porque es una música que iba progresando en cuanto a improvisación y cogía más detalles por cada lado. Cada uno aportaba su historia”, dice Batiste, pero Herrera zanja: “Nosotros no ponemos etiquetas, nos las han puesto los demás”. 

Ya en el libreto del recopilatorio 'Música progresiva española' (1971), el teclista ironizaba sobre el origen de este género: “Creo que la música progresiva española nació hace mucho tiempo, allí en la época de los godos o los visigodos, cuando, en un guateque, hubo un músico al que se le ocurrió tocar una melodía que él, en su casa y con toda la ilusión del mundo, había preparado cuidadosamente. No pudo acabar: una pata de cordero asado y a medio comer le pasó rozando la cabeza: ¡Toca algo más divertido o te cuelgo de los pies!”.

Los catalanes lanzaron dos sencillos antes de publicar 'Why?'. El primero, de 1969, incluía 'Lands of perfection' y 'Let 's get smashed', alcanzando el puesto 17 de ventas durante un par de semanas. A principios del año siguiente llegaba 'Look away our happiness / Earth's Daughter', que se quedó un par de puestos por detrás. De marcado carácter anglosajón, sus composiciones exprimían los sonidos de vanguardia de la época, con especial mención para Jimi Hendrix y su pedal de wah-wah o los Beatles, en quienes es imposible no pensar al escuchar las melodías vocales. 

También las letras eran en inglés, y eso que Batiste siempre había cantado en catalán (por ejemplo, versionó a Bob Dylan en este idioma con 'Els 3 Tambors'). Pero esto era distinto. “No concebíamos que la música que queríamos hacer fuera en catalán. En aquella época era difícil imaginarse un blues en catalán o castellano, aunque con el paso de los años se haya hecho de todo en todas las lenguas. Además, queríamos tener proyección internacional”, relata el cantante sobre este asunto.

'Let's get smash' resultó que quería decir "vamos a emporrarnos" y por temas de censura se tradujo luego en "Vamos a tomar cerveza”

Batiste, eso sí, admite que no tenían ni idea de inglés y que todo era “bastante por la patilla”. Lo recuerda con esta anécdota: “'Let's Get Smashed' no tenía nombre cuando lo grabamos y era instrumental. Como no tenía letra y queríamos un tono internacional, salimos a buscar algún guiri y dimos con un grupo de hippies holandeses medio borrachos. Les dijimos que si querían grabar un disco, así que se vinieron, les pusimos un micro y se pusieron a decir cosas que no entendíamos y dar palmas. 

Es lo que se escucha en las partes donde para la música. De lo que más decían era “Let's get smashed!” y le pusimos ese título porque era lo que más repetían. Luego resultó que quería decir "vamos a emporrarnos" y por temas de censura se tradujo luego en "Vamos a tomar cerveza”. Cómo no, las bases de Estados Unidos también ayudaron a que se soltara con el idioma. “Estartit en aquella época era de lo más moderno por la base militar norteamericana que había cerca. En los bares de allí no se entendía el catalán ni el castellano, así que aprendí mucho. Let's get smash!”, continúa entre risas.

Los equipos, aún a un precio inaccesible para casi cualquier banda, también fueron un tema crucial. En su caso, tuvieron la suerte de conseguirlos a través de la discográfica, Als 4 Vents, de Ángel Fábregas. “Él tenía la idea de promocionar la cultura y la música independiente. Era una especie de mecenas sin mucho dinero pero con ilusión… Y acabó arruinadísimo, el pobre”, explica Batiste con cierto lamento. “Nuestra discográfica era un caso aparte que hacía un apostolado para potenciar y proteger cosas totalmente anticomerciales”. 

Por ejemplo, fue así como consiguieron un Hammond Leslie -”que costó un dineral”- o un bajo Gibson SG, además de unos amplificadores en condiciones como eran los Marshall. Durante una temporada también usaron los de la marca Sinmarc, imitación de Fender fabricada en Poble Sec. Antes habían llegado a usar un solo amplificador para enchufar todo. “A lo largo de los bolos, le íbamos devolviendo el dinero con lo que ganábamos. Éramos unos privilegiados porque no cualquiera tenía acceso a esos instrumentos. Los grupos de aquella época iban con guitarras Hoffner de una pastilla, muy primitivas”, reconocen.

“Veían a unos tíos haciendo algo tan raro y nos echaban”

Màquina! no funcionó en sus primeras visitas a Madrid. Les echaron de cuatro locales en apenas unos días. Cuatro locales que tampoco eran los más idóneos: “Eran sitios de parejas que iban a bailar o meterse mano... Y, claro, empezamos ahí a hacer nuestra música y no durábamos ni cinco minutos. Cuando no te conoce nadie y vas a actuar, el público sabe lo que vas a ver y ves a unos tíos haciendo algo que entonces era tan raro.... Nos echaron de tres locales y en uno al final aguantamos unos pocos días. La gente vio ahí que lo que hacíamos era distinto a los demás, pero no para bailar”. En este punto, Herrera subraya que en aquella época “generalmente, la gente estaba sentada en los conciertos en Barcelona, más como un recital, como en la canción catalana, aunque también había grupos de baile como los Mustang”

La gente estaba sentada en los conciertos en Barcelona, más como un recital, como en la canción catalana

Ya en 1970, poco antes de la salida de 'Why?', su mánager, Oriol Regàs, organizó el Festival Permanente de Música Progresiva en el Salón Iris de Barcelona, considerado por muchos el hito fundacional del género en España. Para la inauguración del evento actuó Màquina!, que ya eran un reclamo importante, la vanguardia del momento. “El concierto era matinal, lo habitual entonces, y al salir de almorzar nos quedamos flipados porque había una cola de gente acojonante para entrar. Atravesamos la calle, pasamos en medio de la cola y nadie nos reconoció. Venían a ver Màquina!, pero no sabían qué cara teníamos, solo habían escuchado nuestra música y se identificaban con ella. Es impensable algo así hoy”, expone Batiste.

En Madrid se quiso hacer un evento similar en el Colegio Mayor Pío XII. El cartel era de lujo: Màquina! y Vértice el sábado; Smash y Música Dispersa el domingo. La crónica de Discóbolo de aquel concierto incidía en que los autores de 'Why?' consiguieron “esa comunicación tan difícil con las dos mil personas que llenaban cada milímetro del local, incluido escenario, equipos de voces y casi los pies de los ‘maquineros’”. En Bikinis, Fútbol y Rock & Roll, Adrián Vogel recuerda que el sábado se triplicó el aforo del lugar, provisto de 750 localidades, por lo que “la dirección del centro se asustó y el concierto del domingo se aplazó al lunes para acabar suspendiéndose”. “El rock fue excluido no sólo del Pío XII, sino también del campus de la Complutense. En Madrid cundía la sensación de que en Barcelona se lo montaban mejor y que ser la capital del régimen era un hándicap muy duro de soportar. Los teníamos encima”, sopesa el autor.

En Madrid cundía la sensación de que en Barcelona se lo montaban mejor y que ser la capital del régimen era un hándicap muy duro de soportar

La primera toma que emocionó a Dalí (o no)

La grabación de 'Why?' también tiene su miga. El disco se iba a basar en una sinfonía de Herrera y cada una de las partes sería una canción. 'Why?' era una de ellas, “con los tres típicos acordes de blues”. “Para mí es lo que define lo que era Màquina! al principio. Era rockero, blusero y, sobre todo psicodélico, en el aspecto de dejar volar la imaginación, no de que nos tomáramos ningún ácido. Nos tomábamos nuestro whisky, pero no éramos de eso”, aclaran antes de que dé tiempo a hacer la previsible pregunta.

Con aquel tema, que iba a tener una duración estándar, surgió la magia. En plena grabación, Batiste había sido llamado a filas para hacer el Servicio Militar Obligatorio y habían previsto qué hacer para suplirlo. Luigi, el guitarrista, pasaría a tocar el bajo y cantar, a la par que entraba Josep María París como guitarrista. Este desaguisado hizo que algunas canciones se grabaran como cuarteto con París -'I Believe', compuesta por él mismo- o Batiste -la “beatlemaniaca” Let Me Born-, pero Why? se hizo como quinteto.

“Solo eran tres canciones y no cabían más”, apunta antes de aclarar a qué se debió esa falta de espacio: “Estábamos grabando Why?, había una estrofa cantada y un trozo de improvisación con una especie de duelo de guitarras. Empezamos a improvisar, a improvisar... Y nos enrollamos de tal manera y con tanta furia que no podíamos parar. Miraba al técnico a través del cristal y me hacía gestos de '¿qué está pasando?' y yo le decía que seguíamos. Así salieron los 25 minutos de canción, por la cara”. “Me quedé sin sinfonía, vaya”, bromea Herrera, que confirma que “la canción se grabó a la primera toma, aquí no había tiempo de repetir como ahora: ibas a saco”. Para editar la canción, tuvieron que ‘partirla’ por la mitad porque no cabía de otra forma: doce minutos en la cara A y otros tantos en la opuesta.

Pero lo que da aún más excepcionalidad a la grabación es que París ni siquiera había ensayado con Màquina!. “Fue al estudio y tocamos con él por primera vez para Why?. I Believe nos la enseñó allí mismo y la grabamos”, dice Herrera, a la par que Batiste pone en valor el disco por esta misma circunstancia, ya que “lo bueno fue la espontaneidad y el momento en que llegó”. Cuando el disco vio la luz, por cierto, el ya excantante estaba haciendo guardias en el cuartel.

"El otro día estuve viendo la sesión de fotos e hice de todo con el cruasán: lo clavé con un clavo en la pared, después le metí un interruptor..."

Batiste también dejó su huella con la portada del disco, el enigmático despertador sobre el cruasán. “Tiene un estilo daliniano, pero solo buscaba hacer algo provocador y surrealista. No tiene ninguna historia. El otro día estuve viendo la sesión de fotos e hice de todo con el cruasán: lo clavé con un clavo en la pared, después le metí un interruptor... Y al final fue el reloj, pero todo con el mismo cruasán”, rememora Batiste antes de tumbar la leyenda urbana sobre el disco: “No había mensajes ocultos: he llegado a leer que era porque a Franco le quedaba poco tiempo, pero no fui tan visionario”.

La banda llegó a ser ‘alabada’ por el propio Salvador Dalí, algo que también ha ayudado a crear cierto mito, aunque no fue del todo así. Herrera recuerda que hubo un momento en el que Regàs, mánager de Màquina!, también tenía negocios con Dalí. “Esta gente se promocionaban unos a otros, así que cuando estuvimos en Maddox y Revolution, dos discotecas muy famosas de la época, hizo venir a Dalí para hacer promoción. No sé si de verdad llegó a decir o escuchar algo de nosotros, porque era todo un montaje”, esclarece.

Fuera como fuese, y a pesar de su carácter pionero, el disco apenas ha tenido recorrido o reconocimiento posterior al boom de aquellos años. Tampoco ha habido muchas reediciones y ni siquiera la retromanía o la vuelta del vinilo lo han rescatado: la última reedición en vinilo tiene ya 14 años y hay alguna posterior -no oficial- circulando por Suecia. Por supuesto, los pocos vinilos que hay son muy buscados: olvídese de ellos si no está dispuesto a soltar un billete verde. Poco pueden hacer en este asunto los componentes de Màquina!, que no son dueños de su música ni han controlado ninguna reedición o el recopilatorio (Màquina! funciona…, 1981), publicados de forma ajena a la banda: “Son los descartes, temas a medio hacer, con los miembros cambiando… Hay más cosas grabadas que no se han publicado, pero se han perdido”.

“En la época no nos fijábamos en los contratos ni esas historias. Supongo que tendríamos uno. Luego sí que firmamos distribución con Movieplay"

“En la época no nos fijábamos en los contratos ni esas historias. Supongo que tendríamos uno. Luego sí que firmamos distribución con Movieplay y los derechos de los discos de Màquina! se vendieron cuando murió Fábregas”, lamenta Batiste, mientras que Herrera incide que “nunca” han cobrado nada: “Es un tema oscuro y tendríamos que lucharlo, pero es tan poco que no vale la pena liarnos con esto”. Tampoco recuerdan cuántas copias pudieron vender de aquel disco: “Ni idea, igual ni llegamos a mil. 

Es un álbum de coleccionistas, de culto”. En cambio, sí tienen los derechos de autor. “Pero la mitad de la mitad, porque nos jodieron con unos contratos por el que cobraba todo el mundo, hasta Warner Bros, y al final Jordi y yo tenemos un 25% de los temas cada uno, y éramos los compositores. El otro 50% se lo queda no sabemos ni quién”, critica Herrera, que apostilla: “Lo único que no sé es para qué quieren esos derechos, ¿para cobrar? Creo que lo ganaríamos si lo peleáramos, pero me da pereza solo pensarlo”. Por ejemplo, la revista Enderrock hizo un disco recopilatorio (Toca Revisió) sobre la trayectoria de Batiste en el que querían incluir Earth’s Daughter de Màquina!. Sin éxito. “Hicieron las gestiones, pero Warner se negó a ceder los derechos”, lamenta el músico.

La mili destruye lo que las bases de EEUU construyen

En aquellos años, la relación del rock español con el militarismo era paradójica. Por decirlo de alguna forma. Las bases militares de Estados Unidos eran un importante puerto de entrada para la música que se hacía ahí fuera a la par que la mili marcó la trayectoria de muchas bandas de aquellos años. En el caso de Màquina!, determinó el propio nombre, idea de Batiste cuando un amigo que estaba de vuelta le contó que “en su cuartel, cuando a uno le ponían en la guardia, le decían “¡máquina, dos cafés!” y gesticulaban en plan ‘te han jodido’, y de ahí el signo de exclamación”.

La mili marcó la trayectoria de muchas bandas de aquellos años. En el caso de Màquina!, determinó el propio nombre

La mili no solo sacó a Batiste del grupo en mayo de 1970. Al poco de lanzar Why?, Herrera tuvo que hacer lo propio y no mucho más tarde ocurrió lo mismo con Luigi, el guitarrista. “Hubo muchas versiones de Màquina! en ese periodo y cuando Enric cogió las riendas, pero yo ya estaba en otras cosas. Solo me incorporé para hacer algunos bolos”, aclara Batiste. Aquel proyecto había variado tanto en componentes -ficharon a la banda Crac al completo- como en instrumentación, con mayor presencia de metales, algo que “se hizo casi para sobrevivir, porque estaba de moda el soul”, incide Herrera: “Se habían acabado los conciertos fuera de discotecas. 

Si allí no funcionabas, no había concierto y tenías que irte a otros estilos”. “Tocábamos cosas de Chicago y aún así no funcionaba, porque no acabábamos de hacer la música comercial que la gente quería y decidimos cerrar el ciclo, pero Jordi tenía que estar en el cierre porque era una parte fundamental, así que rescatamos canciones de los inicios que ya no tocábamos”, apunta sobre el último LP que publicaron, el doble en 'En Directo', uno de los primeros conciertos de rock grabados y editados en España. “Después disolvimos el grupo porque era una ruina económica. No se podía vivir de eso”, zanja.

Tanto Batiste como Herrera han vivido de la música -cada uno a su manera- desde entonces. “En los 70, en nuestra generación nos fuimos haciendo mayores y nos planteamos que no siempre podíamos estar haciendo música creativa. Había que profesionalizarse en la música y hacer algo que diera dinero, como publicidad o televisión. Fue un cambio importante para la cultura”, reflexiona Batiste a modo de epílogo: “Nos veíamos casi con 30 años, algunos con familia, y quedaron muy pocas cosas de aquello. No podía estar toda mi vida siendo una especie de genio incomprendido”. Y, claro, también había razones meramente artísticas: “Cuando llegó el punk, perdimos el tren. Al oír los primeros grupos me di cuenta de que no entendía nada y que mi época había pasado”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario