Si en la infancia existen convicciones absolutas dadas en el descubrimiento de lo real, aferrándonos al inamovible tránsito de lo tangible, según vamos creciendo descubrimos que el mundo es, contra toda intuición primera, un ente en perpetuo cambio; incluso si pretendemos lo contrario, no existe algo así como una realidad prefijada a la cual podamos volver. Todo presente es siempre la sedimentación del pasado.
Madurar no es renunciar a la imaginación, sino lo contrario: aprender a lidiar con lo ininteligible, abandonar la seguridad infantil de la existencia de lo unívoco, lo absoluto, para aferrarse a la multiplicidad de lo real. Que todo cuanto ocurre está en perpetua evolución.
Es innegable que la discografía de Radiohead está preñada de trabajos difíciles, fluctuaciones, pocos asideros para el crítico acomodaticio. Y eso es bueno. Existe cierto sonido propio del grupo, pero no existen dos trabajos iguales. Siquiera parecidos. Por eso In Rainbows se hace, de entrada, difícil de categorizar: tiene electrónica, es seguramente el disco más canónicamente rock, pero no tiene nada distintivo por sí mismo. Es la depuración sutil de los elementos que ya había en otros trabajos anteriores.
En cierto sentido, In Rainbows nos coloca en situación de valorar en oposición. No es pop como Pablo Honey, aunque es su trabajo más Scott Walker; en su calidez no existe rastro del estilo cuadriculado, frío y robótico de Kid A, pero respeta su intrusión en terrenos más electrónicos; no tiene los contrastes salvajes entre lo etéreo y lo maquinal de Amnesiac, pero es un trabajo de constantes transiciones que se quedan en el terreno de lo humano.
In Rainbows es la evolución de Radiohead destilada en un sólo trabajo. No de la totalidad de Radiohead, de toda su potencialidad posible —por extensión, no su opera magna: es un muestrario refinado, coherente, pero no absoluto, sino de las formas que han desarrollado hasta el momento.
In Rainbows es la evolución de Radiohead destilada en un sólo trabajo. No de la totalidad de Radiohead, de toda su potencialidad posible —por extensión, no su opera magna: es un muestrario refinado, coherente, pero no absoluto, sino de las formas que han desarrollado hasta el momento.
No encontramos aquí la culminación de un sentido determinado de cómo hacer música, sino la negación de toda posibilidad de crear algo así como una obra maestra. La obra capaz de desintegrar todas las demás. No existe aquí mejora o superación, sino tránsito: mejora en cierta forma todos sus trabajos anteriores, pero también carece de todas sus imperfecciones, sus formas extremas o sutiles, que hacen de cada nuevo trabajo del grupo un experimento a través del cual alcanzar nuevas cotas de originalidad. Es su trabajo más maduro, pero también el más juvenil.
Es en el que más juegan, en el que buscan de forma más activa la pista de baile, pero también en el que dedican sus palabras más crípticas; abandonan todo principio de claridad, abordando todo de forma indirecta, queriendo decir sin decirlo nunca. O diciéndolo todo sin nada más que insinuaciones veladas, principios o suspiros.
Es en el que más juegan, en el que buscan de forma más activa la pista de baile, pero también en el que dedican sus palabras más crípticas; abandonan todo principio de claridad, abordando todo de forma indirecta, queriendo decir sin decirlo nunca. O diciéndolo todo sin nada más que insinuaciones veladas, principios o suspiros.
No existe aquí el absoluto, sino un refinado entramado de perfecciones. De órganos. Y como todo órgano, con el tiempo o bien se pudre o bien se transforma en otra cosa. In Rainbows es lo que ocurre cuando un grupo no intenta hacer algo diferente, cambiar su ADN, ni tampoco hacer lo mismo, fosilizarse lentamente, sino cambiar sus métodos según lo que han ido aprendiendo: evolucionar.
Y la evolución de Radiohead no es su obra maestra, el trabajo que anula los otros. Es un pequeño paso hacia otra forma diferente. Y con ese paso, lo único que se puede decir al respecto es el propio silencio.
Y la evolución de Radiohead no es su obra maestra, el trabajo que anula los otros. Es un pequeño paso hacia otra forma diferente. Y con ese paso, lo único que se puede decir al respecto es el propio silencio.
"15 Step" – 3:58
"Bodysnatchers" – 4:02
"Nude" – 4:15
"Weird Fishes/Arpeggi" – 5:18
"All I Need" – 3:48
"Faust Arp" – 2:09
"Reckoner" – 4:50
"House of Cards" – 5:28
"Jigsaw Falling into Place" – 4:09
"Videotape" – 4:42
Colin Greenwood – bajo eléctrico, secuenciador
Jonny Greenwood – guitarras, ondas Martenot, teclado, programación, modular sintetizador, secuenciador, celesta, arreglos de cuerda
Ed O'Brien – guitarras, armonías vocales, efectos, sampler
Phil Selway – batería, programación
Thom Yorke – voz, guitarra, piano, instrumentación electrónica, diseño artístico (bajo el seudónimo "Dr Tchock")
Personal adicional
Stanley Donwood – diseño artístico
Nigel Godrich – producción, mezcla, ingeniería de sonido
Dan Grech-Marguerat – ingeniería
Bob Ludwig – masterización
Coro de niños de la Matrix Music School – coros en "15 Step"
The Millennia Ensemble – instrumentos de cuerda
Hugo Nicolson – ingeniería
Graeme Stewart – pre producción
Richard Woodcraft – ingeniería
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