5.11.14

William Faulkner "Los Invictos " 1938


Faulkner, en obras anteriores, ha jugado poderosamente con el tiempo, deliberadamente ha barajado el orden cronológico, deliberadamente multiplico los laberintos y los equívocos. Tanto lo hizo que no faltó quien asegurara que derivaba toda su virtud de esas involuciones. Esta novela -directa, irresistible, straightforward- viene a desbaratar esa sospecha.
Faulkner no trata de explicar a sus personajes. Nos muestra lo que sienten, lo que obran. Los hechos son extraordinarios, pero su narración es tan vívida que no podemos concebirlos de otra manera. *Lo verdadero puede no parecer verosímil* ha dicho Boileau. Faulkner prodiga las inverosimilitudes para parecer verdadero -y lo consigue.

Mejor dicho: el mundo que imagina es tan real, que también abarca lo inverosímil. En *los invictos* Faulkner recupera a una familia que ya había aparecido en su segunda narración extensa: los Sartoris. El protagonista o más bien el narrador testigo es Bayard Sartoris, un muchacho del citado Yoknapatawpha que cuenta, desde un futuro cercano a los hechos, las circunstancias que ha visto y vivido durante la Guerra de Secesión y la inmediata posguerra.

 Pero, realmente, la trama es anecdótica, lo de verdad importante es la imagen alucinada que Faulkner nos brinda de aquel hecho de la historia de su país. Así, presenciamos como los sudistas defienden su modo de vida, irremisiblemente condenado a morir a manos del progreso.

Y, sobre todo, impresionantes resultan las escenas en que grandes masas de antiguos esclavos, repentinamente libres más por no tener amo a quién servir que por causa de la Ley, marchan en multitud sin rumbo fijo.

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