Bukowski, emparentado desde su independencia con los postulados de la Generación Beat (aunque fuera de la misma), desarrollaba una literatura contracultural que escarbaba en el lado más sucio, enmerdado y miserable de la vida, como reflejo de su (nuestra) propia existencia y realidad, a la que satiriza y mortifica de manera insurrecta y provocadora.
La máquina de follar es uno de sus libros más representativos, una colección de relatos en los que el autor, con gran carga autobiográfica, léxico instigador y una gradación agridulce, nos habla de sus cuitas con el sexo y el alcohol.
La máquina de follar es más real que la vida misma. Bukowski nos muestra el mundo tal cuál es sin hipocresía, sin eufemismos, sin medias tintas. Nos enseña el lado más profundo de la sociedad y del ser humano en general, aquello que subyace a todo nuestro ser y que se encuentra de alguna manera en todos nosotros, lo sepamos o no, lo aceptemos o no.
Buk es un visionario, un maleducado y un poeta; por eso es tan bueno, por eso tiene tanto poder. No tiene miedo, él solo ve, piensa, analiza y se expresa; nada de rodeos, y nada de fachadas y quedar bien. Bukowski lee directamente del borrador del libro de la vida y nos dice cosas que no nos gustaría escuchar, pero que inevitablemente están ahí desde y para siempre.
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