Insaciabilidad, una de las obras capitales en la revolución de la narrativa en este siglo, apareció en 1930 y no fue reimpresa en Polonia hasta 1957, fecha a partir de la cual traducciones a distintas lenguas le han ido poco a poco restituyendo su lugar principal en la literatura del siglo XX.
Novela, como advierte el prólogo del autor, no concebida como una obra de arte, sino como un recipiente en que todo puede mezclarse, es aparentemente ajena a las leyes de la composición y de la mesura. Con una cadencia sobre todo rítmica se acumulan a la acción las más extrañas consideraciones filosóficas, las más sorprendentes intuiciones psicológicas y las fugas líricas, sin interrumpir, sin embargo, la andadura narrativa. Y al igual que sus profecías políticas, la liberación del erotismo y las consideraciones acerca de las drogas otorgan al libro una cualidad visionaria.
Independientemente de las leyes de la composición, una novela puede ser cualquier cosa desde una aventura psicológica presentada hasta algo que puede parecerse a un tratado filosófico o social”. La acción del libro se inserta en un visionarismo que se calificó en su tiempo de catastrófico, en una utopía pesimista que imagina la fase última de nuestra civilización, en el proceso de total aniquilación de la individualidad.
El relato transcurre en Polonia futura – desde 1930- que se ha conservado como una isla decimonónica, en una Europa casi totalmente ocupada por los chinos, implantadores de un nuevo comunismo.
En 1939, nueve años después, cuando las tropas alemanas y rusas invadieron Polonia, Witkiewicz se suicidó en público, convencido de que sus prodigiosas visiones se estaban cumpliendo aunque de una forma algo distinto y de que la historia estaba coincidiendo con la tortuosa andadura de su libro. esta novela del autor polaco, junto a su Adiós al Otoño, se sitúan en las coordenadas literarias y temporales de:
La muerte de Virgilio, de Hermann Broch, de Auto de Fe de Elías Canetti, o de El hombre sin atributos de Robert Musil, por poner tres ejemplos.
Estamos por tanto hablando de libros fundacionales, propios de un tiempo de novelas totalizantes, de intentos literarios que trataron en las primeras décadas del siglo XX de abarcar en su narración las experiencias vitales y filosóficas de un mundo, el del período clásico europeo que se inaugura con la Ilustración, que venía de derrumbarse o estaba a punto de hacerlo.
Leer estos libros no es sólo disfrutar de buena literatura sino acceder a otro tipo de conocimiento, casi de iniciación, al tiempo que nos adentramos en la psicología de un periodo histórico que gracias a estos textos podemos comprender más allá de la falacia de las fechas.
Es sólo una selfie, cariño.Enrique Vila-Matas
El relato transcurre en Polonia futura – desde 1930- que se ha conservado como una isla decimonónica, en una Europa casi totalmente ocupada por los chinos, implantadores de un nuevo comunismo.
En 1939, nueve años después, cuando las tropas alemanas y rusas invadieron Polonia, Witkiewicz se suicidó en público, convencido de que sus prodigiosas visiones se estaban cumpliendo aunque de una forma algo distinto y de que la historia estaba coincidiendo con la tortuosa andadura de su libro. esta novela del autor polaco, junto a su Adiós al Otoño, se sitúan en las coordenadas literarias y temporales de:
La muerte de Virgilio, de Hermann Broch, de Auto de Fe de Elías Canetti, o de El hombre sin atributos de Robert Musil, por poner tres ejemplos.
Estamos por tanto hablando de libros fundacionales, propios de un tiempo de novelas totalizantes, de intentos literarios que trataron en las primeras décadas del siglo XX de abarcar en su narración las experiencias vitales y filosóficas de un mundo, el del período clásico europeo que se inaugura con la Ilustración, que venía de derrumbarse o estaba a punto de hacerlo.
Leer estos libros no es sólo disfrutar de buena literatura sino acceder a otro tipo de conocimiento, casi de iniciación, al tiempo que nos adentramos en la psicología de un periodo histórico que gracias a estos textos podemos comprender más allá de la falacia de las fechas.
Es sólo una selfie, cariño.Enrique Vila-Matas
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