El Decamerón (Decameron, en italiano) es un libro constituido por cien cuentos, algunos de ellos novelas cortas, terminado por Giovanni Boccaccio en 1351, alrededor de tres temas: el amor, la inteligencia humana y la fortuna.
Para engarzar estas cien historias, Boccaccio estableció un marco de referencia narrativo. La obra comienza con una descripción de la peste bubónica (la epidemia de peste negra que golpeó a Florencia en 1348), lo que da motivo a que un grupo de diez jóvenes, siete mujeres y tres hombres que huyen de la plaga, se refugien en una villa en las afueras de Florencia.
Con el fin de entretenerse, cada miembro del grupo cuenta una historia por cada una de las diez noches que pasan en la villa, lo que da nombre en griego al libro: δέκα déka diez y ἡμέραι hēmérai días. Además, cada uno de los diez personajes se nombra jefe del grupo cada uno de los diez días alternadamente. Cada día, a excepción del primero y noveno en que los cuentos son de tema libre, uno de los jóvenes es nombrado «rey» y decide el tema sobre el que versarán los cuentos.
Poeta y humanista italiano, uno de los más grandes escritores de todos los tiempos. Boccaccio probablemente nació en París aunque sea un hecho muy discutido, hijo ilegítimo de un comerciante florentino y una noble francesa. Criado en Florencia, fue enviado a estudiar el arte del comercio a Nápoles, hacia el 1323.
Abandonó la contabilidad por el Derecho Canónico y éste por los estudios clásicos y científicos. Formó parte de la corte de Roberto de Anjou, rey de Nápoles. Se suponía que el rey tenía una hija ilegítima, Maria dei Conti dAquino. Aunque no se han encontrado pruebas concluyentes de su existencia, se ha dicho que fue amante de Boccaccio y que inspiró gran parte de su obra. Puede incluso que sea la Fiammetta immortalizada en sus escritos.
A su regreso a Florencia, hacia 1340, Boccaccio desempeñó varios cargos diplomáticos con el gobierno de la ciudad, y en 1350 conoció al gran poeta y humanista Petrarca, con el que mantuvo una estrecha amistad hasta la muerte de Petrarca en 1374. En 1362, un amigo invitó a Boccaccio para que fuera a Nápoles, prometiéndole el patronazgo de la reina Juana.
Una fría recepción por parte de la corte de la reina le llevó a buscar la hospitalidad de Pretarca, que entonces estaba en Venecia (1363). Sin embargo, rechazó la oferta que le hizo Petrarca de una casa y regresó a su propiedad de Certaldo (cerca de Florencia). Los años finales de Boccaccio, en los que se dedicó a la meditación religiosa, tuvieron la alegría de su nombramiento en 1373 como lector oficial de Dante. Su serie de lecturas quedó interrumpida por una enfermedad en 1374, y murió el año siguiente.
La obra más importante de Boccaccio es El Decamerón, que empezó en 1348 y terminó en 1353. Esta colección de cien relatos ingeniosos, alegres, se desarrolla en un marco concreto: un grupo de amigos educados, afortunados y discretos, siete mujeres y tres hombres, para escapar a un brote de peste se refugian en una villa de las afueras de Florencia. Allí se entretienen unos a otros durante un periodo de diez días (de ahí el título) con una serie de relatos contados por cada uno de ellos por turno.
El relato de cada día termina con una canzone, una canción para bailar entonada por uno de los narradores; estas canciones representan algunas de las muestras más exquisitas de la poesía lírica de Boccaccio. Al terminar el cuento número cien, los amigos vuelven a sus casas de la ciudad. El Decamerón es la primera obra plenamente renacentista ya que se ocupa sólo de aspectos humanos y sin hacer mención a temas religiosos y teológicos.
Es notable por la riqueza y variedad de los cuentos, que alternan entre la solemnidad y el humor; por la brillantez de su escritura, y por su penetrante análisis de los personajes. En esta obra Boccaccio reunió material de muchas fuentes: fabliaux franceses, clásicos griegos y latinos, relatos populares y observaciones de la vida italiana de su época. El Decamerón rompió con la tradición literaria y, por primera vez en la edad media, Boccaccio presentó al hombre como artífice de su destino, más que como un ser a merced de la gracia divina.
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