Para los MOODY BLUES, creadores del rock sinfónico, los 70 fueron años tumultuosos, mucho menos productivos que los 60. Junto a grandes obras como “Every good boy deserves favour” se encontraban obras menores como “Seventh sojourn” y una larga trayectoria de 8 años con sólo un disco publicado: “Octave”. La crisis estaba servida.
La entrada en los 80 de esta banda fue precedida por el abandono de MICHAEL PINDER, que tras mostrar su descontento con la música realizada en “Octave”, ni siquiera accedió a tocar con el grupo durante la consiguiente gira, en 1978.
Urgía, pues, encontrar sustituto. El elegido fue PATRICK MORAZ, que ya había demostrado sus habilidades en el tremendo “Relayer” de YES, sustituyendo nada más y nada menos que a RICK WACKEMAN.
La llegada de MORAZ a la banda coincidió con la publicación del último gran disco de MOODY BLUES: “Long distance voyager”. Varias claves explican el éxito comercial de este álbum y su indiscutible calidad musical.
Para empezar, el estilo a los teclados de MORAZ es absolutamente distinto al de PINDER, profundizando en los sonidos electrónicos con mucho mayor acierto, creando una amalgama de texturas que arropan deliciosamente al resto de instrumentos y conservando la suficiente maestría como para destacar en intervenciones solistas.
Por otro lado, el sonido del disco bebe directamente de una fuente tan creativa y fecunda como son las composiciones y producciones de JEFF LYNNE en esa época con la ELECTRIC LIGHT ORCHESTRA. Numerosos los críticos compararon “Long distance voyager” con su contemporáneo “Time”, sobre todo por la gran similitud entre sus sonidos y producciones, convirtiéndose por una vez los alumnos en maestros, ya que la E.L.O. siempre estuvo influenciada por los MOODY BLUES.
“Long distance voyager” salió ganando en esta comparación, ya que el nuevo sonido que ofrecía cautivó a los fans del grupo y llevó a este disco y a sus singles a los más altos lugares en las listas de ventas. Seguramente la sequía creativa de los últimos años también contribuyó a que este trabajo se acogiese así entre sus seguidores.
Por último, hay que destacar el altísimo nivel de los temas que aparecen en este álbum. Las composiciones de HAYWARD son sencillamente perfectas. Ahí está la espectacular, rítmica y épica “The voice” para demostrarlo, abriendo el disco de forma subyugante y arrebatadora.
Uno de los mejores temas jamás compuestos por MOODY BLUES daba comienzo a su periplo por los 80. Suficiente para convencer de inmediato a todo el que empezase a escuchar el álbum. “Meanwhile” fue el otro trallazo comercial de HAYWARD, lleno de belleza, con una guitarra acústica dulce y muy dinámica, así como unas armonías vocales sensacionales que convertían a este tema en uno de los más adictivos del disco.
“In my world”, sin embargo, era una balada demasiado larga y repetitiva que no aportaba demasiado al bagaje de JUSTIN HAYWARD. Fueron sus compañeros los que completaron su magnífico trabajo, como en el primer single del disco, “Gemini dream”, compuesto por HAYWARD y LODGE, que conmocionaría las listas de éxitos de la época.
De LODGE son también los dos temas más bonitos del álbum, “Nervous” y sobre todo “Talking out of turn”, una preciosidad de composición con momentos sublimes, como la parte de guitarra cristalina y absolutamente limpia a cargo de HAYWARD, llena de sentimiento y muy evocadora.
GRAEME EDGE aportaría la poderosa “22.000 days”, quizás el momento más enérgico del disco, junto con la despedida, que corrió a cargo de RAY THOMAS y su “Veteran cosmic rocker”, único tema que destaca de los que compuso el flautista, el más perjudicado por el nuevo sonido del grupo, ya que sus apariciones son pocas y breves.
Los MOODY BLUES jamás volverían a alcanzar el nivel de “Long distance voyager”. Fue su canto del cisne, su última gran obra musical. Siguieron sacando buenos discos, pero sin la consistencia de esta obra maestra del rock, disco imprescindible para quien quiera disfrutar de lo que fueron los 80 en todos sus aspectos musicales.
Urgía, pues, encontrar sustituto. El elegido fue PATRICK MORAZ, que ya había demostrado sus habilidades en el tremendo “Relayer” de YES, sustituyendo nada más y nada menos que a RICK WACKEMAN.
La llegada de MORAZ a la banda coincidió con la publicación del último gran disco de MOODY BLUES: “Long distance voyager”. Varias claves explican el éxito comercial de este álbum y su indiscutible calidad musical.
Para empezar, el estilo a los teclados de MORAZ es absolutamente distinto al de PINDER, profundizando en los sonidos electrónicos con mucho mayor acierto, creando una amalgama de texturas que arropan deliciosamente al resto de instrumentos y conservando la suficiente maestría como para destacar en intervenciones solistas.
Por otro lado, el sonido del disco bebe directamente de una fuente tan creativa y fecunda como son las composiciones y producciones de JEFF LYNNE en esa época con la ELECTRIC LIGHT ORCHESTRA. Numerosos los críticos compararon “Long distance voyager” con su contemporáneo “Time”, sobre todo por la gran similitud entre sus sonidos y producciones, convirtiéndose por una vez los alumnos en maestros, ya que la E.L.O. siempre estuvo influenciada por los MOODY BLUES.
“Long distance voyager” salió ganando en esta comparación, ya que el nuevo sonido que ofrecía cautivó a los fans del grupo y llevó a este disco y a sus singles a los más altos lugares en las listas de ventas. Seguramente la sequía creativa de los últimos años también contribuyó a que este trabajo se acogiese así entre sus seguidores.
Por último, hay que destacar el altísimo nivel de los temas que aparecen en este álbum. Las composiciones de HAYWARD son sencillamente perfectas. Ahí está la espectacular, rítmica y épica “The voice” para demostrarlo, abriendo el disco de forma subyugante y arrebatadora.
Uno de los mejores temas jamás compuestos por MOODY BLUES daba comienzo a su periplo por los 80. Suficiente para convencer de inmediato a todo el que empezase a escuchar el álbum. “Meanwhile” fue el otro trallazo comercial de HAYWARD, lleno de belleza, con una guitarra acústica dulce y muy dinámica, así como unas armonías vocales sensacionales que convertían a este tema en uno de los más adictivos del disco.
“In my world”, sin embargo, era una balada demasiado larga y repetitiva que no aportaba demasiado al bagaje de JUSTIN HAYWARD. Fueron sus compañeros los que completaron su magnífico trabajo, como en el primer single del disco, “Gemini dream”, compuesto por HAYWARD y LODGE, que conmocionaría las listas de éxitos de la época.
De LODGE son también los dos temas más bonitos del álbum, “Nervous” y sobre todo “Talking out of turn”, una preciosidad de composición con momentos sublimes, como la parte de guitarra cristalina y absolutamente limpia a cargo de HAYWARD, llena de sentimiento y muy evocadora.
GRAEME EDGE aportaría la poderosa “22.000 days”, quizás el momento más enérgico del disco, junto con la despedida, que corrió a cargo de RAY THOMAS y su “Veteran cosmic rocker”, único tema que destaca de los que compuso el flautista, el más perjudicado por el nuevo sonido del grupo, ya que sus apariciones son pocas y breves.
Los MOODY BLUES jamás volverían a alcanzar el nivel de “Long distance voyager”. Fue su canto del cisne, su última gran obra musical. Siguieron sacando buenos discos, pero sin la consistencia de esta obra maestra del rock, disco imprescindible para quien quiera disfrutar de lo que fueron los 80 en todos sus aspectos musicales.
Tracklist
The Voice, Talking Out of Turn, Gemini Dream, In My World, Meanwhile, 22,000 Days, Nervous, Painted Smile, Reflective Smile, Veteran Cosmic Rocker
Músicos
-Justin Hayward: Vocales, Guitarras
-John Charles Lodge: Bajo
-Graeme Edge: Batería
-Patrick Philippe Moraz: Teclados
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