La novela, que recuerda en estilo y estructura a otras de la misma autora como Retrato en sepia o La hija de la fortuna, es una historia de amor y lucha que utiliza hábilmente el contexto real de finales del siglo XVIII como telón de fondo, pero que hace de los sentimientos su materia prima y la base sobre la que se sustenta el grueso de la narración.
Durante los más de cuarenta años que comprende el relato, observamos pasar ante nuestros ojos lo sórdido de la vida en una plantación de azúcar; la rebelión de los esclavos contra los colonos franceses; la persecución de los antiguos amos que lleva a Valmorain a huir a Nueva Orleáns y arrastrar allí a su esclava Zarité; la libertad de quienes al nacer parecían destinados a no ser considerados hombres ni mujeres; etc. Pero lo que la autora nos quiere mostrar, fundamentalmente, son los sentimientos tanto de la protagonista como de un mosaico de personajes secundarios, entre los que destacan las mujeres, que aparecen en esta novela como personajes fuertes, luchadores y valientes.
La apelación constante a las pasiones (de las más bajas a las más elevadas), tan habitual en la novelística de Allende, arrastra al lector, le lleva a “empatizar” con los personajes y lo transporta de forma amena a través del medio millar de páginas de la novela. Destaca la habilidad de la autora para transmitirnos sensaciones casi físicas sobre sabores, texturas, temperaturas, etc. Estos ingredientes, mezclados con momentos de acción, confieren al relato un aire folletinesco, lleno de “buenos y malos”, huidas, traiciones, amor, dramas y aventuras, que convierten a la novela en un texto entretenido y de muy fácil lectura.
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