19.1.17

Michel Faber "El libro de las cosas nunca vistas"

En cierto modo, 'El Libro de las cosas nunca vistas' emprende un viaje opuesto al de 'Bajo la piel'. El alienígena no aterriza en nuestro planeta para descubrir, después de unos cuantos cadáveres, en qué consiste la empatía sino que el terrícola viaja a otro planeta, Oasis, para descubrir lo fácil que le resulta perderla con sus congéneres.
Es una novela de ciencia-ficción ambiciosa, que se toma la molestia de crear un mundo nuevo desde un estilo realista, porque Michel Faber sabe que de la verosimilitud de su frondosa cosmogonía depende que el lector crea o no. No en vano la fe (en Dios, en el futuro, en una raza cuya cara “no se parecía en nada a una cara”, sino “a una placenta con dos fetos -dos gemelos de tres meses, quizás, sin pelo, ciegos- acurrucados cabeza con cabeza, rodilla con rodilla”, en los principios (a)morales de la humanidad) y sus flaquezas son el combustible de un libro original y extraordinario.

Peter Leigh vendría a ser un compendio de las debilidades de Jesucristo, puestas al descubierto cuando tiene que transmitir la palabra de Dios a un pueblo que lo espera como agua de mayo. Como misionero enviado por una misteriosa corporación terrestre a un planeta lejano y colonizable, una tierra virgen y moderadamente apetitosa,

Peter se siente ante el mayor desafío de su corta carrera redentora. Faber le convierte en un héroe religioso, en la medida en que su ausencia en la Tierra parece desatar una cadena de desastres ecológicos y económicos que su sola existencia neutralizaba.

Su religiosidad, sin embargo, tiene más que ver con el narcisismo que con el sacrificio, con la adicción que con el compromiso. La visión que Faber tiene del itinerario crístico es plenamente contemporánea, no hay sombra de beatitud en ella, sólo ambigüedad y contradicción:

Peter transforma en mártir a la persona que supuestamente más quiere, su esposa Beatrice, que se ha quedado en la Tierra confiando a ciegas en la solidaria empresa de su marido, mientras él ignora las dificultades que está atravesando. Los mensajes que intercambian gracias a un servidor de email intergaláctico son una puesta en abismo del relato principal, una novela (epistolar) con suficiente entidad como para funcionar por separado como un feroz análisis de las dinámicas, egoístas y de dependencia, que rigen la vida en pareja.

AL ESTILO DE LEM

Faber es especialmente hábil al introducir detalles disonantes en la descripción tanto del mundo corporativo como del poblado extraterrestre. Algo no cuadra en la imagen que cada uno de estos universos quiere dar de sí mismo, provocando una sensación de peligro inminente en el lector que le impide abandonar el libro.

La misma sensación que produce el alfabeto que Faber se ha inventado para traducir el extrañamiento del lenguaje de los oasiadianos, como si cada palabra que pronuncian, cada torpe construcción gramatical, escondiera un jeroglífico indescifrable. Como toda gran novela, 'El Libro de las cosas nunca vistas' es un enigma insondable. Es pura ciencia-ficción de pensamiento, una de esas magníficas novelas imaginarias cuyas reseñas redactó Stanislaw Lem en “Vacío perfecto”, 
Versión Kindle

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