7.3.18

Italo Calvino "La nube de smog" "La hormiga argentina" 1958

El protagonista encuentra trabajo en una lejana ciudad como redactor de la revista La Purificación, dirigida por el ingeniero Cordá y dedicada al estudio de la contaminación atmosférica y la búsqueda de soluciones al respecto. En teoría. Al llegar a la ciudad lo primero que encuentra es una desagradable sensación que nunca es capaz de quitarse de encima, todo parece, está, sucio, lleno de un polvillo fino que por mucho que se limpie nunca desaparece.


Los habitantes de la ciudad parece que han sido capaces de vivir con él, pero el nuevo redactor de La Purificación se siente absolutamente abrumado por esa presencia pegajosa y persistente. Ni siquiera la voluntariosa actitud de la señora Margariti, la patrona de la pensión, armada de bayetas, trapos y fregonas es capaz de conjurarla.

Precisamente La Purificación está creada para combatir, concienciar, acerca de esa contaminación. Pero al poco el redactor descubre que se trata más de un paño caliente para las conciencias de sus promotores que una iniciativa realmente eficaz. Hasta tal punto la publicación está tan hueca y vacía de contenido que poco a poco va tomando las riendas de la misma, para felicidad de Avandero, su compañero de redacción, que ya hacía tiempo abandonó cualquier interés por la misma.

En realidad todo se reduce a un cúmulo de esfuerzos vacíos y pueriles, como también se demuestra en su relación sentimental con Claudia, extraña e inconsistente, como si ambos la mantuvieran por un simple miedo a la soledad, o su conocimiento del sindicalista Basaluzzi, entregado a la causa pero más teórico y conspirador que efectivo en sus reivindicaciones.

El relato que completa el volumen: LA HORMIGA ARGENTINA, abunda en los esfuerzos titánicos y sostenidos, pero destinados irremediablemente al fracaso. Una familia se traslada llenos de ilusión por el futuro a un pueblo supuestamente próspero, donde esperan alcanzar una vida plena y feliz. Sin embargo, al poco se encuentran ante algo que enturbia la convivencia y hace de la vida un martirio sin fin: una plaga de diminutas hormigas que lo llenan todo, lo invaden todo y parecen omnipresentes y a las que no hay forma de vencer. La desesperación primero, y la adopción de la dinámica del exterminio interminable después acaba por integrarles mejor que cualquier acto de buena voluntad.


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