Vila-Matas convierte en cuento la estancia de Mariano Gistaín en Barcelona para la presentación de La mala conciencia, y recuerda las frases que le dedica David Trueba: Gistaín es "un autista inteligente" y "un escritor que no se parece absolutamente a nadie" Desde la ciudad nerviosa.
Un mundo donde los cuerpos no se mueren, sino que se compran y se venden, los parientes fallecidos se pueden reproducir mediante hologramas y de las neuronas hacer crecer seres humanos: es el entorno del / la protagonista de La mala conciencia, la primera novela del periodista Mariano Gistaín (Barbastro, 1958). Después de asesinar a su esposa, un hombre termina embutido en un cuerpo de femme fatale, del que todo el mundo se enamora irremisiblemente, hasta degenerar en un cerebro que va contando la extinción de sus propias neuronas.
"No es tan irreal como parece", opina Gistaín; "al fin y al cabo, en América acaban de hacer público el caso de unos presos a los que manipulaban el cerebro. Sólo es cuestión de tiempo.Gistaín, que tiene publicado el libro de relatos El polvo del siglo, no cree que el libro contenga una crítica a la sociedad que entroniza la imagen: "No lo había pensado. De hecho, no estoy muy seguro de lo que he querido decir con el libro, aunque algo de mala conciencia propia sí que debe haber, pues es evidente, que todo lo que hacemos es autobiográfico".
De lo que estaba seguro durante los dos años que ha tardado en, hacerlo era que quería publicar en Anagrama: "Era mi sueno desde hacía mucho tiempo. En esta colección he encontrado mis mejores lecturas, de Charles Bukowski a Francisco Umbral, y por eso me hace más ilusión que si me hubiesen dado el Premio Nobel".
Tanto la obra como cada uno de los capítulos se abren con sendas citas de lo que Gistaín llama sus "amiguetes": Álex de la Iglesia, Javier Tomeo, David Trueba, José Antonio Labordeta, Ignacio Martínez de Pisón... Aunque la novela está dedicada a Luis Buñuel y Sofía Loren, el autor confiesa no ir mucho al cine:
"Me cuesta salir de casa, pero lo que hago es tragarme mucha televisión". El dibujo que ilustra la portada (firmado con el seudónimo Mónica y Beatriz) es obra de Santiago Segura, quien, en palabras de Gistaín, "encontró el libro cojonudo, aunque se quedó algo preocupado por eso de que el protagonista se transforme en una mujer".
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