Y cómo recuerda este Escritor que alguna vez fue un prometedor Nextcritor y ahora es apenas un Excritor. Alguien que ya no puede escribir, pero que tampoco puede dejar de leerse y de releerse y de evocar cómo fue alguna vez y cómo ya nunca será. Alguien pensando en que "Inventar era recordar hacia delante. Soñar era recordar hacia arriba o hacia abajo. Recordar era inventar hacia atrás".
Y aquí vienen de nuevo un juguete a cuerda marcha atrás y el fantasma de la electricidad; la encumbrada y borrascosa Penélope y su hijo perdido, 2001: A Space Odyssey y Blade Runner; el ausente Pertusato, Nicolasito y el ubicuo IKEA; la muerta Colma y la fallecida Zzyzx y la difunta Nothing y la inmortal Canciones Tristes; el irrealista Vladimir Nabokov y la surrealista familia Karma; Wish You Were Here sonando en teléfonos (in)movil(izantes) y la invitación a que entre Drácula; el perturbado Tío Hey Walrus y una pareja de padres modelos pero poco modélicos; The Beatles y The Beatles; un inexistente país de origen y una ciudad en llamas; una noche inolvidable que se querría reescribir; y tantas otras partículas aceleradas y fragmentos sueltos y células interconectadas en busca de una trama que los contenga y les de orden y sentido.
Con La parte recordada, Rodrigo Fresán cierra el tríptico cuyo tema son las tres partes que intervienen en la redacción de las vidas ficticias y en la narración de las obras reales. Partes que determinan el modo en que funciona la cabeza de un creador que ya no cree en casi nada salvo en aquellas historias en las que se aconseja tener muy presente al pasado, porque de ello depende el futuro. Esas historias a no olvidar nunca pero acordándose todo el tiempo de que lo que cuentan estará siempre -voluntaria o involuntariamente- modificado por quien las recuerda después de inventar y de soñar, aquí y allá y en todas partes.
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