Dijo James Joyce que la historia es una pesadilla de la que estamos intentando despertar. Para el escurridizo y siempre lisérgico y paranoicamente brillante Thomas Pynchon, la historia es una pesadilla, sí, pero una pesadilla en la que no tenemos más remedio que tratar de convertirnos en lúcidos soñadores. Algo así les ocurre a sus personajes, siempre al borde de la neurosis, personajes que lo mismo coleccionan (en cantidades industriales) un tipo de ridículas muñecas (como le ocurre a Vyrva, la mamá 'puntocom' de Fiona) que son adictos a 'La tribu de los Brady' y acaban obsesionándose con la loción de afeitado de Adolf Hitler.
Personajes, siempre excéntricos, que, en este caso, el de 'Al límite'comanda una detective experta en fraudes económicos de poca monta llamada Maxine. Maxi, un clásico 'pynchoniano', una madre de dos niños con una relación más que obsesiva, perversa, con su ex marido, la más rabiosamente actual "y accesible" de todas cuantas ha escrito hasta la fecha, en palabras de su editora en español, Ana Estevan, que jamás le ha visto, como el resto de los mortales. A excepción de un pequeño y selecto grupo de escritores, entre los que figura Martin Amis, que presumen de reunirse con él cada cierto tiempo en un café neoyorkino de cuyo nombre nadie parece acordarse.
La trama principal, si es que algo así existe en una novela de Thomas Pynchon, aquel de quien se sospecha que una vez vivió en San Francisco y que formó parte de la marina mercante o algo parecido (sus grandes novelas, si no lo son todas, están plagadas de referencias al mar y a menudo tienen como protagonistas, o, mejor, secundarios de lujo, a marineros), la dirige, pues, Maxi, Maxine Tarnow, en su intento por desenmascarar al oscuro (oscuro en el sentido en el que son oscuras las brujas en 'El mago de Oz') Gabriel Ice, el tipo que se esconde tras la sospechosa empresa de seguridad informática hashslingrz, más que sospechosa de enviar ingentes cantidades de dinero hacia los Emiratos Árabes con el único fin de financiar atentados terroristas. A todo esto, sí, estamos en 2001, Silicon Valley es una ciudad fantasma, la web 1.0 está en plena edad del pavo, Google aún no ha salido a Bolsa, Microsoft continúa siendo el Imperio del Mal y las Torres Gemelas siguen en pie. Aunque por poco tiempo.
Así, entre el profundo análisis de la Nueva York del cambio de siglo y la crítica al mundo virtual en el que se vive hoy en día (existe un programa, DeepArcher, que invita al usuario a abandonar su vida real, aquello que llaman el 'meatspace' (literalmente algo así como "el mundo de carne y hueso" o "el mundo real"), 'Al límite' es un campo de minas, minas estrambóticamente siniestras (y conspiranoicas) sembradas por, en palabras de Michael Chabon, el maestro de la paranoia irónica. Se abre, un día cualquiera, seis meses antes de la caída de las Torres Gemelas, con Maxine llevando a sus hijos al colegio, y se cierra, otro día cualquiera, en un apartamento del Upper West Side, seis meses después de los ataques, con la ciudad aún en estado de 'shock'.
"La novela es un fresco, un mosaico, de un momento especialmente significativo de la historia más reciente de Estados Unidos", apunta la editora, que confía en que el auge actual de la literatura posmoderna en España, la verdadera literatura posmoderna, aquella que se gestó a finales de los 60 en Estados Unidos, y que tenía como principales impulsores a escritores de la talla de Kurt Vonnegut, Richard Brautigan, Robert Coover, William Gaddis, Donald Barthelme y el propio Thomas Pynchon, y la mayor accesibilidad de 'Al límite' (accesibilidad a la que ayuda la como siempre inmejorable traducción de Vicente Campos, que empleó nueve meses en descifrar el original), dé una "nueva base de lectores" al siempre escurridizo genio neoyorkino. Eso, y que en enero se estrena en España la primera película basada en una de sus novela, 'Vicio propio', cuyo título cinematográfico en las salas españolas será definitivamente 'Puro vicio' y que está dirigida por el responsable de joyas de vidas cruzadas como 'Magnolia', Paul Thomas Anderson.
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