31.3.20

Luigi Amara " El peatón inmóvil" 2013

En “El salón de la infamia” nos recuerda un posible pabellón psiquiátrico que, a partir de un juego propuesto por David Lodge, muestra lo que en círculos médicos se conoce como Síndrome Zelig, es, en otras palabras, una marca, germen de la falsedad y la mitomanía. Comentar libros que sobrepasan las 300 páginas, pero de los cuáles, no se ha logrado pasar las primeras diez, Ana Karenina, Moby Dick. En este sentido, algunos podrían acotar, “La vida es más importante que cualquier lectura, aunque unas cuantas líneas puedan llegar a salvarnos la vida”.
Hay, además, en este tenor sobre libros, un ensayo bastante ameno “De la fauna libresca” donde postula la idea de contraponer dos animales, los elefantes o hipopótamos como muestra de la desmesura frente a la morfología de un mosquito. Se trata de la metáfora que compone los libros, la idea del zumbido chirriante y mínimo del mosquito pero que apela a “la protección de cierto mandato de la levedad y poca extensión heredado para el nuevo milenio”, una vez más, podríamos regresar a la enseñanza de Calvino, la defensa de lo breve y fragmentario.

Un sautering, nos recuerda Thoureau, era una persona ociosa que vagaba por el campo y pedía limosna en la Edad Media con el pretexto de llegar a la Sainte Terre, los niños repetían va a Sainte Terre, va a Sainte Terre, de ahí la palabra saunterer; podemos pensar, de modo utópico que, como manifestó Balzac “Hablar y pensar son las formas de caminar de la mente”, quizá este sea el ingrediente que nos conduzca por el camino a la Sainte Terre.

Encontramos en estos ensayos una lucha cuerpo a cuerpo con el lenguaje, se trata, sin más, de la precisión de quien ha aprendido a mirar: la ligera artillería de quien observa. Un guiño literario asoma al Ponge de Le Savon; las cosas, en este libro, van tomando su lugar en el mundo, su propio acomodo, nos recuerdan el orden microscópico de aquello que dejamos de percibir. Amara también ha encontrado en la minucia, aquello que parece haberse perdido.

Para el ensayista mexicano, lo cotidiano es materia viva de sus reflexiones en “Genealogía del polvo”, el autor va desintegrando uno a uno los componentes inmediatos que le rodean, el café, el tabaco, las virutas de goma y grafito. Estas unidades combinadas con residuos de piel o fragmentos de uña, en palabras de Luigi Amara, son los componentes de nuestra sombra y remata la idea, tales marcas, residuos, serán materia para el arqueólogo del futuro. No podemos cuestionarle su afilada mirada que nos regala aquellas imágenes sugeridas por Chéjov, en las descripciones sobre la naturaleza o cotidianas, el autor debe concentrarse en los detalles, agrupándolos de tal modo que el lector al leerlos y cerrar los ojos, tenga una imagen clara y definida de lo descrito.

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