3.7.20

Flash-flash 50 aniversario 3 de julio de 1970


En marzo de 1970, Joan Manuel Serrat incluyó en su disco IV una canción atrevida y adelantada: Conillet de vellut (“conejito de terciopelo”), en la que, más allá de la evidente referencia erótica del título, se hablaba de cosas como ménage à trois, Richard Avedon, Snoopy o las cámaras fotográficas Hasselblad. Todo para contar el amor fugaz y el consiguiente rechazo de una modelo que prioriza el éxito y sueña con ser portada de Elle, Vogue o Harpers, y que después de marear al chico para arriba y para abajo lo deja “solo y jodido”.

En realidad, la joven era la sueca Susan Holmquist (inolvidable su mirada en aquella primera portada del novelón de Marsé Últimas tardes con Teresa, fotografiada en un descapotable por Oriol Maspons), que apareció por Barcelona en 1964 después de ser elegida Miss Naciones Unidas y desfiló en Bocaccio trastocando el norte de más de uno. Al final de la canción, el protagonista tiene un plan: para recuperar la atención del inquieto conillet se hará fotógrafo. Y avisa: “Me he comprado el libro La fotografía es un arte, y en menos de un mes seré mejor que Pomés”.

Los interiores diáfanos y blancos de Flash Flash, con sus bancos corridos, las mesas de formica y las lámparas M68 rojas de Miguel Milá, rompieron los moldes de una época marcada por los restaurantes de lujo, muy serios, y las casas de comida, “más pensadas para alimentar el estómago que el espíritu”, cuenta una de sus fundadoras. | Cecilia Díaz Betz


Como solo los genios son capaces, Serrat cometió la imprudencia de recordar a la chica su número de teléfono en la misma canción por si cambiaba de parecer. Mon dieu… ¡su propio teléfono! (bueno, era el de casa de sus padres), que a los pocos días de que se publicara el álbum no paraba de sonar. Mientras todas las groupies de Barcelona marcaban el 203 82 82, el fotógrafo al que quería superar Serrat, el gran Leopoldo Pomés, terminaba de perfilar junto a sus socios los preparativos de la inauguración de la tortillería más excepcional que ha habido, hay y habrá en la ciudad: Flash Flash, la que, como no podía ser de otra manera, tanto frecuentaría luego el propio Serrat, y que abrió sus puertas el 3 de julio de 1970, hoy hace 50 años.


Contactos de la sesión fotográfica con Karin Leiz, la chica Flash que se estira, se agacha y salta, cámara en mano, en las paredes de la tortillería. | Leopoldo Pomés.



Celebrar el cumpleaños del Flash Flash es como celebrar el cumpleaños del estilo, del buen gusto, de la innovación, del cosmopolitismo, de la sofisticación. Dicho de otro modo, es como celebrar los 50 años del primer restaurante moderno de España. Para apuntalar el proyecto, al talento de Pomés, quien tanto contribuiría desde su mirada de fotógrafo y publicista a transformar y erotizar este país, se sumó el de tres buenos amigos: Alfonso Milá, Cecilia Santo Domingo y Karin Leiz.




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