1.10.20

Irati Martínez.Día de lluvia en Nueva York (A Rainy Day in New York)2019 cómo Woody Allen llevó a Holden Caulfield al siglo XXI

Pagar una entrada de cine para ver una película de Woody Allen solo puede significar dos cosas: o bien no sabes dónde te has metido, o bien sabes que presenciarás al menos una hora y media de quejas existencialistas, chistes sobre comunistas y judíos y un ligero pero penetrante miedo a la muerte que se instaurará en ti irremediablemente al presenciar el efecto que causa esta idea de la nada -o el todo- en la gran mayoría de los personajes.


Nos hablara del amor y del sexo, de relaciones sociales y de poder. Seguro que también toca el tema del sentido de la vida y de la muerte; o el misterioso y desconcertante sexo femenino y, por el contrario, la simpleza del sexo masculino, también dos de sus temas favoritos. Despotricará contra su propia patria, contra la estupidez humana y el conformismo. Desgranará cada uno de los aspectos de la sociedad occidental y lo hará a través de personajes neuróticos, situaciones descabelladas o incluso ilusorias y con un ritmo narrativo de los acontecimientos muy similar al de las tragedias griegas.

Es por ello que, cuando Día de lluvia en Nueva York se estrenó fuimos a las salas de cine para presenciar otra tragicomedia basada en su querida Nueva York, con un reparto tan sublime como variopinto -formado por Timothée Chalamet, Elle Fanning, Selena Gomez, Jude Law o Diego Luna, entre otros tantos- y las expectativas de pasar una bonita, aunque frenética, tarde en la isla de Manhattan

Aparte del sello personal de Allen, encontramos ciertas similitudes con un libro escrito en los años 50 por un americano que también idolatraba Nueva York, aborrecía la falsedad de la sociedad y cuestionaba todo acto y pensamiento humano: J. D. Salinger (1919-2010), y más concretamente, su novela El guardián entre el centeno.

Esta, publicada en 1951, narra los sucesos ocurridos en un período de 4 o 5 días a un joven de 16 años al que acaban de expulsar de un colegio privado de Pensilvania. El joven, de nombre Holden Caufield, icónico personaje masculino de la literatura contemporánea por su representación del estado anímico del adolescente promedio y su afilado e ingenioso sarcasmo, deambula por la ciudad de Nueva York en busca de algo que lo mantenga cuerdo, evitando hundirse en el pozo de depresión en el que desde hace ya tiempo está inmerso.

68 años más tarde nos encontramos con Gatsby Welles (Timothée Chalamet), pintoresca mezcla entre Jay Gatsby (protagonista de El gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald) y Orson Welles, un joven neoyorkino estudiante de una prestigiosa y costosa universidad de las afueras de la ciudad. Tan perdido en cuestiones del futuro a corto plazo como Holden Caulfield, se prepara para pasar un romántico fin de semana junto a su novia, Ashleigh Enright (Elle Fanning), una inocente e impresionable estudiante de periodismo, quien debe ir a la ciudad para realizar una entrevista a un famoso director de cine (Liev Schreiber).

Con este tablero como punto de partida, los esfuerzos y planes de Gatsby por enseñar cada rincón de Manhattan a Ashleigh comenzarán a desmoronarse debido a los contratiempos ocasionados por las personas con las que la joven periodista se mezclará. Es por ello que la historia se bifurca en dos viajes.

El de Ashleigh hacia la jet set neoyorquina, que le hará asistir a fiestas y conocer a actores y representantes, terminando por resultar una experiencia aislada y superficial de la vida de una joven veinteañera de Tucson, Alabama. Y por otro lado el de Gatsby, quien precisamente intentará evitar a esa beautiful people con la que ha crecido y por la que experimenta un evidente desprecio dada su fingida naturaleza y comportamiento.

A diferencia de su novia, este buscará experimentar la esencia de una ciudad que añora e idolatra, con su lluvia, sus pubs de jazz, sus grandes hoteles y avenidas y ese encanto otoñal con el que nos deleita Allen en cada plano de la película, como ha hecho con tantas otras localidades a lo largo de su filmografía.

La conexión entre ‘Día de lluvia en Nueva York’ y ‘El guardián entre el centeno’

Es precisamente este Gatsby el que nos transporta al Holden de El guardián entre el centeno. Un protagonista masculino joven y de rumbo difuso, incomprendido por su familia, su novia y parte de sus amistades, que vaga por la ciudad tratando de descifrar el enigma de su presente, sumiéndose cada vez más en una desesperación y tristeza que lo empujarán a encontrar ciertas respuestas.

A su vez, Holden Caulfield dejaba Pencey Prep (la escuela de donde le expulsan) en mitad de la noche para adentrarse en una Nueva York siniestra y adulta, lejana a esos mundos adolescentes del extrarradio que no hacen más que acrecentar su soledad y su depresión. La ciudad se les presenta a ambos como una oportunidad para resolver ciertas cuestiones existenciales, como quiénes son, qué hacen allí y hacia dónde se dirigen, entre otras tantas.

Tanto el Holden de la novela como el Gatsby de la película se apoyarán, llegados a un punto de la trama, en relaciones pasadas. Holden quedará con una antigua novia con la que solía salir años atrás, así como con un compañero del colegio, y todas esas interacciones con el exterior solo le servirán para acrecentar su tristeza y confirmar la pérdida de la fe en lo auténtico y espontáneo de las relaciones humanas.

Aprovechará cada ocasión en la novela para destacar lo falso que le parece absolutamente todo. Parecido a Gatsby, aunque este se reencontrará con la hermana pequeña (Selena Gomez) de una antigua novia del colegio, con quien pasará parte del día visitando museos, compartiendo taxis o caminando bajo la lluvia neoyoquina, logrando ser capaz de encontrar en la relación que ambos desarrollan esa autenticidad que busca en cada rincón de su ciudad natal.

Otra de las grandes similitudes que tienen la película y el libro es el encuentro que ambos protagonistas tienen con una prostituta. Llegados a un punto de la novela, a Holden se le ofrece la compañía de una mujer en su habitación de hotel, mientras que Gatsby se encontrará con Terry (Kelly Rohrbach) en un piano bar que solía frecuentar antes de asistir a la universidad.

Esta escena nos transporta directamente a la novela, ya que Holden frecuentará diversos cafés y bares de música en los que ahogar su depresión en alcohol. O al menos intentarlo, ya que ninguno de estos le permite pedir bebidas con alcohol en vista de su joven apariencia.

Igualmente, no será la primera vez que Allen utiliza un personaje como el de la prostituta para definir la ética de sus personajes en base a sus acciones para con esta. Veremos situaciones parecidas en Café Society (2016) o A Roma con amor (2012), entre otras.

Sin embargo, en Día de lluvia en Nueva York, Gatsby requerirá los servicios de Terry como acompañante en una fiesta organizada por su propia madre, a quien intentará engañar haciéndole creer que esta es su novia Ashleigh. Fiesta de la que Gatsby tratará de librarse por todos los medios, ya que es el germen de todo lo que desprecia. Una esfera social de la que huye al sentir, una vez más, que todo su alrededor, por muy cultivado y decente que intente aparentar ser, es tan falso como siempre ha sentido.

El carrusel de Central Park

Finalmente, tras las idas y venidas de ambos protagonistas, Gatsby comprenderá que Ashleigh y él no están hechos el uno para el otro, por lo que decide no solo romper con ella, sino también dejar el campus de Yardley y regresar a su querida Nueva York. Caminará hacia el reloj de Delacorte de Central Park, un emblemático punto de la ciudad que abre camino al Zoo del propio parque, donde al dar las 18h los animales del reloj, virando en una especie de carrusel, comienzan a dar vueltas.


Es en este preciso momento cuando Shannon (Selena Gomez) aparece y deciden darse una oportunidad, poniendo punto y final a la película. Esta escena, guarda un parecido muy semejante a la escena del carrusel de El guardián entre el centeno, donde mientras la hermana de Holden, Phoebe, da vueltas subida a uno de los animales de la atracción, Holden experimenta por primera vez en la novela un pensamiento positivo de felicidad y bienestar, al igual que Gatsby.

Es en ese punto del libro en el que el protagonista decide quedarse en la ciudad y mejorar, haciéndose cargo de su estado mental. Gatsby tomará la misma dirección, quien tras un fatídico pero revelador fin de semana, decide apostar por sí mismo e intentar perseguir aquello que le hace feliz. Por supuesto, en Nueva York.

 28 de septiembre de 2020

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