21.11.20

David Fincher 'Mank' 2020

'Mank' es quizá el proyecto más querido de David Fincher hasta la fecha, ya que está escrito por su padre, fallecido en 2003, y su primer intento de hacerlo realidad se remonta al siglo pasado. En concreto, él quiso hacerla después de 'The Game', pero su empeño en realizarla en blanco y negro hizo que el guion se quedase en un cajón durante dos décadas. Y es que muchos se echarán las manos a la cabeza porque detrás de ella esté Netflix, pero es que seguramente no existiera de no ser por esa compañía.

Como era de esperar, el parentesco de 'Mank' con 'Ciudadano Kane' es inmenso. A fin de cuentas, plantea su propia versión de cómo se escribió el oscarizado guion de la película. Los hay que defienden una autoría casi plena por parte de Herman J. Mankiewicz, mientras que no pocos recuerdan que Orson Welles introdujo innumerables cambios en la última versión del libreto entregada por el primero. Oficialmente está firmado por ambos, pero aquí Fincher se decanta por la versión de que Mankiewicz es el verdadero autor.

Por ello, la película se divide entre el proceso que lleva al personaje interpretado por un inmenso Oldman a completar el guion y por otro todas sus vivencias previas que le sirven hasta cierto punto de inspiración para construirlo. Inicialmente, podría parecer que el guion de Jack Fincher busca una estructura similar a la de Welles pero a la hora de la verdad el uso del presente y el pasado es bastante más convencional, funcionando mejor para ilustrar quién era Mankiewicz que para dar más fondo al hecho de haberse inspirado en el magnate de la prensa William Randolph Hearst como base para Charles Foster Kane.

Recuerdo que el actor Kurt Russell comentaba hace bien poco que los actores eran bufones de la corte y que debían callarse sus opiniones sobre política para no perder ese rol, una reflexión perfectamente aplicable al retrato que se hace de Mankiewicz en el pasado. Igual en su caso encajaría mejor el concepto de charlatán, pero la clave es que conseguía divertir a gente más poderosa que él y por eso se codeaba con personas a las que en condiciones normales apenas debería haber tenido acceso.

Ahí la película aparenta más de lo que realmente es, ya que la creciente frustración del protagonista, alcanzando su pico en las elecciones a Gobernador de California de 1934, con el rol que le ha caído en suerte está perfectamente retratada por Oldman, pero en el pasado 'Mank' es mucho más estimulante cuando hace hincapié en cómo funcionaba Hollywood por aquel entonces. No es que desvela nada a los que ya se hayan interesado previamente en ello, pero Fincher hijo sabe dotar de una gran energía a ciertos momentos, como la excelente escena en la que Louis B. Mayer pide sacrificios temporales a algunos de sus trabajadores.

Más allá de eso queda cierta sensación de querer abarcar demasiado, dando una falsa sensación de profundidad. Sí, no se cae en el error de demonizar a Hearst, pero eso no quita que el libreto resulte un tanto obvio en esa parte -no diré que es un tópico antitópico pero sí que se acerca más a eso que a una construcción rica de personaje-, siendo la puesta en escena y el trabajo de los actores lo que ayuda a maquillarlo y que todo en la película parezca igual de importante.

Sobre el trabajo de dirección de Fincher resulta curioso que en ningún momento quiera sacrificar la energía que imprime a casi todos su trabajos, pero lo hace echando mano de una puesta en escena que por un lado homenajea a 'Ciudadano Kane' -hay varios momentos claramente construidos para recordar a la cinta de Welles- y por otro quiere replicar el tipo de puesta en escena habitual en Hollywood durante los años 30 y 40, desde decisiones de montaje hasta de manejo de la cámara.

Ahí pocos peros hay que ponerle a Fincher más allá de que quizá limite el alcance de la película -por mucho que lo alabemos no deja de ser una solución atípica en la actualidad que puede provocar el rechazo de ciertos espectadores-, pero también es cierto que quizá contar esta historia con un enfoque más moderno le quitaría mucho de su razón de ser para convertirse en un biopic al uso, algo que no es 'Mank'.

En lo puramente narrativo, puede que ver a alguien postrado en una cama imaginando cómo avanzar con un guion no sea el colmo de lo cinematográfico, pero Oldman compensa cualquier tipo de limitación al captar de maravilla el peculiar ingenio de Mankiewicz, y lo hace sin caer en el error de buscar ser divertido. Es un equilibrio difícil de conseguir pero ahí 'Mank' lo borda, llegando a dar la sensación de que funciona mucho mejor como retrato de la personalidad de su protagonista que como indagación en los orígenes del libreto de 'Ciudadano Kane'. En lo primero roza lo fascinante, siendo lo segundo es una prolongación de lo primero algo menos conseguida.



“Mankiewicz sentía que su talento daba para más”

Desde la habitación de un hotel de Londres en el que se prepara para sumarse a la filmación de Slow Horses, una miniserie que protagonizará para Apple, Gary Oldman no oculta su entusiasmo para hablar de los 60 días que se pasó filmando Mank con David Fincher, un proyecto que fue un desafío por muchas razones. Una de ellas fue recuperar el estilo de actuación del ­Hollywood dorado y también lo fue convertirse en Herman Mankiewicz, una celebridad de aquel tiempo del que casi no quedan registros. Sin embargo, su transformación en Herman Mankiewicz, el hombre que compartió con Orson Welles el Oscar al mejor guion por Ciudadano Kane –aunque cuánto aportó allí sea discutible– ha resultado tan convincente que todo parece indicar que el británico obtendrá su tercera nominación a la estatuilla dorada por este trabajo, tres años después de habérsela llevado por El instante más oscuro.

¿Por qué cree que Mank se sentía culpable por escribir guiones para los estudios de Hollywood?
Creo que cuando Mank comenzó su carrera quería escribir la gran novela estadounidense o una obra de teatro que fuera maravillosa. Para Mank, el mundo de la literatura era el indicador de lo que para él era la excelencia. También había sido periodista y crítico de teatro. Pero hubo varias razones por las que yo creo que nunca llegó a concretar ese sueño, empezando por el alcoholismo, que fue algo progresivo. Cuando se marchó a probar suerte a Hollywood se sintió atraído como muchos otros por las perspectivas que había allí. Pero una vez que se estableció en Los Ángeles se dio cuenta que se había convertido en un técnico que enderezaba guiones, que todo lo que escribiera en un guion original iba a ser reescrito, y que luego lo iba a reescribir una tercera persona, y que tal vez su nombre ni siquiera iba a aparecer en los créditos en la película terminada. Aún así le pagaban verdaderas fortunas por hacer ese trabajo, por participar en esa cadena de escritura. A medida que fue pasando el tiempo su desprecio hacia un gran número de personas fue aumentando. Detestaba a la industria, sentía que escribir guiones era algo que él ya había superado y que su talento daba para mucho más. Y así es como se fue agriando. A lo largo de los años se fue resintiendo cada vez más. El dinero era muy atractivo pero implicaba un gran sacrificio personal.

¿Le resulta más fácil transformarse con maquillaje o sin él?
Si te soy honesto, prefiero poder moverme libremente y me alcanza con peinarme un poco el cabello y usar una camiseta. En el caso de este filme, yo no me parezco en lo más mínimo al verdadero Mankewicz. Hay gente que me ha dicho que soy demasiado joven para el papel, pero cuando miras sus fotos a los 50 años parece que tuviese 65 o 70. Creo que al final de su vida su cuerpo estaba destrozado por el alcohol. David me quería más desnudo que nunca. No quería que hubiese un velo que impidiera que el público viera quién es este hombre. Por eso no quiso que usara pelucas o narices postizas. Eso me dio mucha libertad.

¿Cómo aparentó estar alcoholizado todo el tiempo?
No es ningún secreto que yo soy un alcohólico recuperado, por más que ya esté por cumplir 24 años de sobriedad absoluta. Pero recuerdo cómo era vivir borracho. Por eso no me resultó difícil usar mis memorias, o al menos la que aún tienen mis sentidos, en la interpretación de este personaje. De todos modos, el comportamiento del alcohólico era algo que ya estaba en el guion. No necesitaba estar bebiendo todo el tiempo para convertirme en este personaje ni ser alcohólico para interpretar a un borracho.

¿Cómo fue lo de ajustarse al estilo de actuación de los 40 que tiene la película?
No fue complicado, sobre todo a la hora de interactuar con los otros actores. David nos habló de lo que pretendía hacer, y por eso muchos de los que participamos en el elenco nos tomamos nuestro tiempo para mirar viejas películas. En mi caso yo quería que Mank tuviera un sonido particular. Pero no hay filmaciones de él ni tampoco una entrevista de la que copiar su forma de hablar. A falta de recursos, me fije en Joseph L. Mankiewicz, su famoso hermano, de quien si hay muchas filmaciones. Supuse que debían ser bastante parecidos en la forma de hablar y ese fue el sonido que utilicé, el de Joe y a partir de allí fuí creando el personaje. Por otro lado,David ha tenido esa película en su cabeza durante tanto tiempo que sabía lo que necesitaba.

Una vez que termina un rodaje, ¿cuánto tiempo le lleva abandonar su personaje?
La mejor situación es no tener que involucrarte en otro proyecto apenas terminas un rodaje. Encontrar un personaje es un largo proceso, para el que necesitas un buen guion. En el texto está tu mapa, tu GPS emocional. En el caso en concreto de Mank, tenía muy claro lo que David quería de nosotros. Fue muy específico al explicarnos cómo era el mundo que quería que habitásemos. Yo he tenido mucha suerte en mi carrera y he trabajado con gente como Stephen Frears, Oliver Stone, Francis Ford Coppola, Roland Joffe, Joe Right y los dos hermanos Scott, Ridley y Tony. Conozco a David desde hace 20 años pero nunca antes habíamos trabajado juntos. Era un sueño pendiente. Me lo pasé tan bien rodando con él que me llevó un tiempo sentir que estaba listo para hacer otro trabajo. A veces, cuando pasa un tiempo tras terminar una filmación, sigues repitiendo tus fragmentos. Es lo que me pasó con esta película.

Gabriel Lerman

La vanguardia

 

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