24.2.21

Jordi Nopca "Vila-Matas y Barcelona) 2015

Jordi Nopca entrevistó a Vila-Matas para un reportaje sobre «Escribir en Barcelona» de la revista F (que edita Foment del Treball). Aquí la entrevista completa.


¿Recuerdas cuál fue la primera aparición de Barcelona en tu literatura? ¿Fue una referencia topográfica o literaria?

A mí se me relaciona con la literatura y no con Barcelona. Y es lógico porque escribo ficción desde un espacio que suelen ocupar, más bien, los ensayistas, desde un lugar en el que se me ve a mí tramando, pensando o escribiendo bajo el avatar de un narrador. Ese narrador siempre está en Barcelona, que es donde he escrito el noventa y cinco de toda mi producción literaria. Pero lo que se cuenta puede estar sucediendo en cualquier lugar, porque sucede en mi mente, y por tanto puede suceder incluso en Barcelona.

¿Podrías citar dos pasajes de tu obra –sea de ficción o no– en los que algún espacio barcelonés aparezca más o menos explícitamente y contarme qué te llevó a escribir sobre él?

Hay muchos. Pero el primero que me viene a la memoria es el que aparece en el relato La hora de los cansados, perteneciente a mi libro Suicidios ejemplares. Está basado en un hecho real. Basado en un hombre viejísimo (con un maletín) al que vi hace treinta años  a las siete de la mañana, salir disparado del metro del Liceo, dirigirse al teatro para ver qué habían programado y luego, a una gran velocidad (lo que hacía difícil seguirle) caminar con el maletín por calles intricadas hasta la Catedral. 

Allí entró por la puerta de la sacristía y desapareció, dejándonos muy cansados a mí y a unos amigos que me acompañaron en la persecución. Cuando, después de la larga noche en blanco y de la ardua persecución, nos retiramos a dormir a casa, imaginamos que en unos instantes iba a estallar una bomba en la catedral. Aquel viejo andarín tan veloz parecía salido de ultratumba: un viejo anarquista que había vuelto… Todo eso desencadenó un cuento.

El segundo pasaje que me viene a la memoria es la escena de Hamlet, representada en la Mas Bernat, bajo la batuta de la librera Montse Serrano, el duende del lugar. En su librería transcurre gran parte de la novela Aire de Dylan. Escribo actualmente cerca de ahí, en el mismo inmueble en el que José Mallorquí, escribió la serie de El Coyote, los best-sellers de la postguerra, esas novelas populares (pulp en su homólogas en inglés) que llegaron a ser lo más vendido de su época.

En ‘Kassel no invita a la lógica’ el personaje principal se toma su marcha de Barcelona para instalarse unos días en Kassel como una huída de la ciudad (como ya pasaba años atrás en otra de tus novelas, ‘El viaje vertical’, aunque por motivos diferentes). ¿Es Barcelona una ciudad menos interesante actualmente que hace unos años, para un escritor? ¿Por qué?

Para un escritor todo es interesante. En lo de querer irme, es verdad que siempre he querido marcharme de Barcelona. Me encuentro menos solo y más cómodo y comprendido en París, en Nueva York, en México DF y en Buenos Aires, por hablar sólo de cuatro lugares donde esto es evidente. Pero me quedo, pues la mejor forma de irse es quedarse. Es como las moscas. ¿Dónde están más seguras? En el matamoscas.

¿Cómo crees que aparece reflejada Barcelona en tu literatura en los años 80 y cómo aparece ahora?

No creo que muy diferentes, porque yo soy el mismo. Otra cosa es que haya cambiado la ciudad, y eso es indiscutible. Ya señalaba Baudelaire que la modernidad es sobrevivir a la ciudad de tu infancia. En la actualidad, sigo como siempre estando alerta, procurando escapar siempre de las redes de la lengua, la patria y la religión. Me gusta más lo que viene del futuro –una novela como 2666, de Roberto Bolaño, por ejemplo- que lo que viene del pasado, como sería la resistencia en 1966 de Sant Magí de Sotaigues ante la entrada de pornografía extranjera.

Quizá me equivoque, pero diría que en Barcelona has vivido como mínimo en Passeig de Sant Joan, Travessera de Dalt (barrio de la Salut) y ahora cerca de la calle Buenos Aires. ¿Cómo aparecen reflejados estos tres espacios en tu obra y los barrios donde están ubicados?

Apenas me he alejado del Paseo de Sant Joan y del barrio de la Salut, aunque todo el mundo sabe que he viajado mucho. Cuentan que, una vez, Kafka estaba mirando desde una ventana hacia la plaza principal de su ciudad y comentó a un amigo: “Allí estaba mi colegio, en aquel edificio que mira hacia nosotros está la Universidad y más allá hacia la izquierda mi oficina –dibujó un círculo con el dedo y agregó–: ahí se encierra toda mi vida”. En mi modesto caso, podría hablarse del círculo del barrio de la Salut como lugar en el que se encierra mi vida. Ahora bien, si usted me viera en Nueva York y, no me conociera, no llegaría ni a imaginar que yo podría ser barcelonés. Con esto quiero decir que no hay nada en mí que diga que soy de aquí. Ni de allí, claro.


AYUDANTE DE VILNIUS

No hay comentarios:

Publicar un comentario