24.2.08

Maurice Blanchot "De kafka a kafka" 1981

En este lúcido ensayo Blanchot revela un conocimiento exhaustivo de la obra —y todo lo que en relación a ella se ha escrito— de Kafka, sin dar interpretaciones forzadas, ni atender a la vena psicoanalítica, sino por el contrario, documentando con citas textuales y literalmente aquello de lo que habla. Esto lo hace accesible tanto a lectores asiduos de Kafka como a un público cuyo interés sea puramente divulgativo.De cómo influyeron las relaciones personales en su vida y se volcaron en su obra, en concreto su amigo Max Brod, a quien debemos la recuperación de su obra, y Milena Jesenska, a quien «La metamorfosis» le resultó especialmente familiar en los campos donde murió.
Se puede leer de forma parcial, atendiendo a aquello que en particular se busque, en caso contrario, para aquel que desee ahondar en el mundo kafkiano, el conjunto de la obra sin duda no le resultará decepcionante.Denotando un inmenso amor por la literatura, por la palabra escrita y sus enigmas, la obra se abre con un capítulo que intenta dar unas pautas y esclarecer qué es la literatura, por qué está llena de contradicciones, por qué sólo se puede escribir desde la muerte.

A partir de aquí, podemos dividir la obra en bloques de dos capítulos por su proximidad semántica: continúa su desarrollo entrando de lleno a tratar al escritor checo, cómo acceder a él por un lado (La lectura de Kafka), por otro, qué relación tenía Kafka con la literatura (Kafka y la exigencia de la obra), desde su condición de exiliado, como judío que era (y así sentía el peso de su alma). De cómo influyeron las relaciones personales en su vida y se volcaron en su obra, en concreto su amigo Max Brod, a quien debemos la recuperación de su obra, y Milena Jesenska, a quien «La metamorfosis» le resultó especialmente familiar en los campos donde murió, nos dan cuenta los dos siguientes.

A nivel estructural, esa distancia, el extrañamiento, el unheimlich que crea a través de un «él» neutro, y que también aísla a todos sus personajes, ocupa el siguiente bloque. Para finalizar, los dos últimos hablan de la correspondencia, luchando por discernir algo de su personalidad, de alguien que se resistía a emitir un juicio favorable sobre sí mismo, que no se acababa de conocer, que veía la salvación como un horizonte, infinito en su desesperación, siempre presente pero únicamente por casualidad, y así hacerlo humano, alcanzar un conocimiento más pleno de ese inmortal al que tanto debemos.

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