Primera de las novelas de la gran trilogía que completan «Malone muere» y «El innombrable» , Molloy constituye el punto de arranque de la etapa iniciada por Samuel Beckett tras la Segunda Guerra Mundial, caracterizada por el abandono del inglés en favor del francés como lengua literaria y el ahondamiento de la visión trágica del mundo contemporáneo a través de imágenes en las que lo grotesco sirve para potenciar al máximo el patetismo y desolación de la vida humana.
La enajenación, la soledad, la falta de identidad y el anonimato condenan a los personajes del novelista irlandés a una lucha sin sentido con su propia existencia, para la que ni siquiera la aniquilación final de la muerte constituye ya una esperanza.
Es medianoche. La lluvia azota los cristales. Estoy tranquilo. Todo duerme. Sin embargo, me levanto y voy a mi despacho. No tengo sueño. Mi lámpara me ilumina nítida y suavemente. La tengo regulada. Durará hasta que se haga de día. Oigo al gran duque. ¡Qué terrible grito de guerra! Antes lo escuchaba impasible. Mi hijo duerme. Que siga durmiendo. También para él llegará una noche en la que le sea imposible dormir y se siente ante su mesa de trabajo. Para entonces yo ya estaré olvidado.
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