21.3.15

Enrique Vila-Matas . Antonio Tabucchi "Sostiene Pereira" 1994


"Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía. Parece que Pereira se hallaba en la redacción, sin saber qué hacer, el director estaba de vacaciones, él se encontraba en el aprieto de organizar la página cultural, porque el Lisboa contaba ya con una página cultural, y se la habían encomendado a él. Y él, Pereira, reflexionaba sobre la muerte. En aquel hermoso día de verano, con aquella brisa atlántica que acariciaba las copas de los árboles y un sol resplandeciente, y con una ciudad que refulgía, que literalmente refulgía bajo su ventana, y un azul, un azul nunca visto, sostiene Pereira, de una nitidez que casi hería los ojos, él se puso a pensar en la muerte."
La expresión que da nombre a la novela nos irá guiando como testigos de excepción y se insertará en nuestra mente como un mantra. A capítulos breves y diálogos acoplados al discurrir del narrador. Externo, desde el primer momento,

Pereira sostiene y otorga la expectante mirada de un cámara improvisado. Arrinconados en una distancia con el texto, el gran logro de Tabucchi es la paulatina aproximación desde lo lejano. El cómo lo consigue podría estar en su prosa, en la cadencia, en un ciclo rítmico, cierta musicalidad, los asentamientos de la reiteración, no solo de la expresión más que presente de Sostiene Pereira, sino de las pinceladas que de forma sibilina y concienzuda nos imbuye como lectores; hasta que, sin apenas darnos cuenta conoceremos a Pereira y su errante historia. 

Pereira es un periodista, sin más pretensión que la de llevar lo mejor posible la página cultural del Lisboa. Y en medio de esa aparente balsa de aceite que la dictadura de Salazar ofrece se resquebreja el idilio vital del protagonista con la llegada de un colaborador: Monteiro Rossi, un joven italiano y su novia, la enigmática Marta. Hasta ahí puedo contar.

Y no siendo suficiente con lo expuesto dejo más que patente y remarcado mi absoluta fascinación con el personaje de Pereira. Un tipo que va ganando el empaque suficiente para instalarse entre mis filias literarias en personajes de papel. Entrañable por su delicada salud, su actitud reflexiva, sus monólogos con la foto de su mujer fallecida y la buena fe que dispensa entre quienes considera consejeros e incluso peligros para su bienestar. Un señor que evoluciona desde la reflexión sobre la muerte al empoderamiento en la vida. 

POR EL DOLOR DE LLAMAR. Enrique Vila-Matas

 

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