25.1.16

Sònia Hernández "La Mujer De Rapallo"


En una residencia de Rapallo, ciudad cercana a Génova, se encuentra, acogida y como secuestrada, una persona que hace años renunció al mundo. Sònia Hernández (Terrassa, 1976) condensa esa mínima anécdota en el sugeridor título de su primera novela, La mujer de Rapallo.
El primer objetivo de la autora se centra en la psicología de Flavia y Paolo. Con minuciosidad desnuda esas dos almas retorcidas, una desvalida y otra prepotente, y establece entre ambas un trato muy denso y complicado.

Las relaciones de dependencia afloran a primer plano, mientras en un trasfondo se trenza el bucle de conflictos que define la personalidad del hombre: culpa, traición, venganza, violencia o integridad. Al tratarse de espíritus ociosos, sin más cuidado que analizarse, vuelven una y otra vez a los mismos asuntos hasta ofrecer la radiografía de unos seres agónicos.

El carácter culto de la pareja, su tendencia a la especulación y el planteamiento elusivo del relato, producen un texto enigmático y espeso. La exposición en primera persona (acompañada de diálogos que la animan, aunque resultan poco convincente, pues debería aclararse cómo es posible reproducirlos al pie de la letra dentro de un diario) añade un notable efecto de veracidad confesional.

Junto a la vertiente intimista, La mujer de Rapallo aborda en paralelo una también grave reflexión sobre la esencia del arte, en especial sobre las artes plásticas, y la poesía a través de referencias a Ezra Pound. La autora plantea el carácter trascendente de la creación que, según Paolo, pintor frustrado, constituye el camino para saldar nuestras deudas con el mundo, aportando un poco de belleza.

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