En cierta ocasión, estando J.G. Ballard cursando estudios de primaria en un colegio religioso, un sacerdote le impuso el castigo de copiar íntegramente un relato de corte victoriano en su cuaderno escolar. El chaval se sentó en el pupitre dispuesto a transcribir el texto, pero enseguida se dio cuenta de que iría más rápido y se divertiría más si, en vez de reproducir línea a línea aquella ficción, se inventaba su propio cuento.
Así empezó la leyenda de uno de los autores más importantes, además de sorprendentes, de la narrativa occidental, convirtiendo un texto ajeno en una creación propia, y quizá por eso haya quien ha señalado que Ballard llegó a la postmodernidad antes incluso que sus propios fundadores.
De aquella primera experiencia literaria –de cuyo resultado no tenemos hoy constancia- a los noventa y cinco relatos que componen los ‘Cuentos completos’
La publicación de los ‘Cuentos completos’ de Ballard no es sólo importante por permitirnos disfrutar de todos los relatos publicados por el autor tanto en las antologías compuestas por él mismo como en aquellas revistas especializadas –‘New Worlds’, ‘Interphone’, ‘Amazing Stories’, ‘Science Fantasy’…- que tanto contribuyeron a la llamada ‘Nueva Ola’ de la ciencia-ficción británica.
Los cuentos que componen este volumen son simple y llanamente extraordinarios. No habrá lector que no se quede estupefacto ante el poderío de los mismos y, más importante, que no cambie por siempre su visión de la realidad tras haberse adentrado en el imaginario ballardiano.
Quienes se acerquen a estos relatos por primera vez, tendrán enseguida la sensación de que el mundo es más angosto y más oscuro de lo que ya aparenta, y descubrirán asimismo que muchos de los elementos hoy habituales en las ficciones distópicas beben directamente de esta fuente.
Así, temas tan recurrentes como la superpoblación (‘Bilenio’), las masificación urbanita (‘Ciudad de concentración’), la adoración al televisor (‘El espectáculo televisivo más grande del mundo’), las hecatombes mundiales (‘La historia secreta de la Tercera Guerra Mundial’), la extinción de la raza humana (‘Final en las profundidades’) y, entre muchos otros, la sustitución de nuestra especie por la inteligencia artificial (‘Informe desde un planeta oscuro’) son temas recurrentes en los cuentos de Ballard, pero también lo son, y en gran medida como consecuencia del plagio o la adaptación –según se mire-, en la literatura y la cinematografía contemporáneas.
Ballard vivió obsesionado con lo que él bautizó como el ‘espacio interior’, una expresión que se entiende por oposición a ese ‘espacio exterior’ en el que la inmensa mayoría de los autores de ciencia-ficción ambientan sus novelas, pero que también alude directamente al propio cuerpo humano, esto es, a la transformación que nosotros mismos experimentamos a medida que la tecnología se adueña de nuestras vidas.
Ese ‘espacio interior’ puebla todos los relatos de Ballard, pero es interesante comprobar que, si bien las primeras ficciones de su extensa producción están ambientadas en una especie de futuro indeterminado donde todo son desiertos, psiquiatras y muchedumbres, las últimas ya no miran tan lejos, sino que son ambientadas en una especie de presente que, si bien no coincide exactamente con el nuestro, podría estar perfectamente a la vuelta de la esquina.
En otras palabras: a medida que pasaban los años, J.G. Ballard fue haciéndose más y más pesimista, llegando a un punto en el que no necesitaba crear distopías lejanas en el tiempo, porque, en su opinión, nuestro presente ya es toda una distopía. Que lo reconozcamos o no, es otra cuestión.
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